Del pasado
La niebla se deslizaba atraves de los cuerpos sin vida, la tierra que antes era cubierta por flores ahora estaba devastada, húmeda por la sangre, el dolor y el mal sacrificio de miles de hombres lobo. La guerra había terminado, pero ninguno de los ejércitos combatientes era victorioso, el desasosiego se podía oler mezclándose con el azufre y las cenizas, mientras la diosa luna luchaba por ascender sobre aquella tierra baldía, llena de muerte. Y arrodillada sobre las orillas del rio Kal, mirando su reflejo desgastado, su armadura roída por las batallas, con lágrimas brotando de sus ojos y su mano empuñando su daga de plata ensangrentada. La última Alfa de la tribu occidental de la gran Pangea. —Perdóname diosa. Su voz entrecortada repetía aquellas palabras mientras retiraba cada pieza de su armadura de láminas de hierro y cuero, cubiertas por laca y pan de oro unidas por cordones de seda y cuero. —He fallado como Alfa de la tribu occidental. Despojada del peso de aquel poder y responsabilidad ingreso a las frías y tranquilas aguas del río, su cabello blanco se adhería a su figura menuda. —Con mi muerte diosa, finalizara este dolor, de una guerra sin sentido. Apretó su daga con la sangre del último Alfa de la tribu oriental todavía impregnada, y bajo un rayo de luz lunar perforó su abdomen, ingresando el puñal en su interior. No hubo grito ni quejas solo la tierra estremeciéndose , al cerrar sus ojos, mientras las aguas tranquilas se volvieron turbulentas reclamando su cuerpo inerte. Del futuro Bosque oriental de Pangea Mi cuerpo se estremece con la siguiente contracción, el oxígeno llega con dificultad a mis pulmones y mi pecho se contrae con cada inhalación y exhalación. —Sigue no te detengas— susurra Laika, mi loba. Sus palabras giran como abejas alrededor de su panal, mis pies ya desgarrados por correr aproximadamente más de cinco horas, sangran dejando huellas eludibles. —Ahhh!— gruñí, con la siguiente punzada estaba en labor de parto. —Resiste Dannan, estamos cerca. —Porque no te CALLAS!— tome aire— No ayudas, como no lo has hecho en todos estos años. —Lo siento, es nuestro destino Dannan. ¿Destino?, cual es mi puto destino, ser traicionada por mi pareja, ser perseguida por la tribu de la cual soy Alfa, o destinar a mi cachorro al exilio. —¿Cual es mi destino? DIMELO LAIKA. No hubo respuesta, reí internamente, que podía esperar de mi loba. —Llegamos…!— chilla ella en mi cabeza. Puedo ver el brazo central del río Kal, brillando mientras la diosa luna lo llena con su magia desde lo alto del monte Oelo. —AHHH…M****a* —Tú puedes Dannan, ingresa al agua. Retiro mi bata blanca de pijama, con la que tuve que huir de el que creía mi futuro hogar quedando solo en mi ropa interior. Uno…dos… tres… Mi cuerpo se abrió dando vida a mi pequeño y hermoso cachorro. —Oh mi pequeño— lo abrace con fuerza y lo uno a mi amamantándolo. Mis ojos comienzan a ceder, al igual que mi cuerpo, parpadeo luchando y abrazo a mi hijo con fuerza, ¿Qué me sucede? —Fuimos drogadas con mandrágora— no entiendo las palabras de Laika— Nos dividiremos, pero no te preocupes estaré contigo y te protegeré a ti y a nuestro cachorro. Sus últimas palabras, las escucho lejanas, en un susurro mientras cierro mis ojos y las aguas reclaman mi cuerpo.