Dannan
—Dannan…DANNAN.
Mi cuerpo vibró tras los gritos de llamado de mi abuelo que abrió la puerta de mi estudio con gran fuerza. Había estado toda la tarde en aquel lugar aprendiendo un poco más de algunos textos que instruían en las posibles causas de la guerra, algunos recuerdos registrados por los lobos que quedaban o algunas reseñas de los lobos que iban y venían de las batallas.
—¿Qué sucede abuelo? —inquirí levantándome sosteniendo mi abdomen y fijando mi mirada en el.
Su respiración estaba agitada y errática, los ojos rojos de su lobo resaltaban y me veía con ira, rabia posiblemente con dolor. Ello me hizo estremecer.
—¿Quieres decirme que es esto? —tiró sobre mi escritorio las cartas que compartía con mi padre.
¿Cómo las obtuvo?
—Dime ¿Qué planean tu padre y tú? ¿Por qué el intervendría en tu mandato? —paso su mano por su cabello luciendo hastiado— Ese lobo que se cree para opinar sobre mi mandato.
Sus gruñidos salían con frustración.
—Abuelo cálmate —suavic