—¿Sabes? Algo que me llama la atención es… ¿cómo un Alfa tan poderoso como tú fue maldecido de esa manera? —dijo Adalet, acercándose lentamente a Zefor—. Una maldición tan elaborada, tan difícil de romper, hecha por un brujo poderoso. ¿Qué cosa tan terrible hiciste para recibir esa marca m@ldita?
—Mis asuntos no son de tu incumbencia, Luna —respondió él fríamente, sus ojos dorados brillando bajo la luz del atardecer que entraba en la habitación, observándola con un aire amenazante.
—¡Me importa! —exclamó ella, firme—. Después de todo, ¿no soy yo quien tiene que ayudarte a deshacerte de esa maldición? —se detuvo, recordando un hecho importante.
El hijo de ese Alfa.
Un hijo que no eran los gemelos que ella le había dado.
"¿Habrá tenido que ver con eso…?"
Pensó Adalet, sintiendo un nudo formarse en su estómago.
Zefor se dirigió hacia la puerta y, posando su mano sobre la manija, la abrió con un suave "click".
—Cada ser en el mundo tiene sus propias motivaciones. Para al