5.Dolor

Erika Stuardo

Solo fui elegida a la semana de estar en la celda, justo luego de que nos cambiaran a otra más pequeña y donde muchas de las demás no nos acompañaron. No volví a ver a mamá y sus palabras se quedaron conmigo, todavía me costaba procesar todo lo que me dijo, pero aún así, de a poco fui dando más claridad a algunas cosas extrañas que nos sucedían, como sus dolores y lo mal que amanecía a veces. O cuando una patrulla de guerreros de elite, paso cerca de nuestra casa y ni siquiera nos dirigieron la mirada, recuerdo que papá la alcanzó a atrapar, antes de que su cuerpo diera con el suelo y paso dos días inconsciente.

-ya vienen-escuche decir a Gema. La puerta se abrió de golpe y una vez más los vampiros fétidos entraron y nos empezaron a separar, está vez fui una de las primeras en ser elegidas, no sabía a que, solo sabía que nada sería igual.

Una vez que nos tuvieron separadas, nos empujaron por un pasillo escavado en tierra, aún se olía la humedad de la tierra escavada. Caminamos hasta dar con la una gran sala abovedada, solo para ser conducidas por un túnel lateral, que llevaba a una especie de baño de duchas.

-ya saben qué hacer y también saben, que les pasa si no cooperan-dijo uno de los fétidos vampiros. Como no tenía idea de lo que se esperaba de mi, solo mire a las otras hembras y vi como se desnudaban, dejando sus ropas en una gran caja. Sin perder tiempo y tragándome la vergüenza y el orgullo las imite, cuando estuve desnuda, me coloque debajo de la regadera y comencé a lavarme, usando un gel que olía a sandía. Cuando terminamos se nos paso una túnica de color blanca a cada una, ahí fue cuando escuche un suspiro en las hembras, que ya habían pasado por esto.

-síganme en una fila y en silencio-dijo otro vampiro, solo que este no era fétido, sino que olía diferente. Mire a mi alrededor y solo vi a Juana, que se ubico detrás mío y me susurro.

-vampiro puro-dijo indicando a quien seguíamos y luego indicando la túnica agrego-seremos esclavas de sangre, si fuera roja seríamos comida y negra, sus putas. Solo las vírgenes son esclavas de sangre, solo ruega para sigas así.

M****a no tenía idea de lo que me enfrentaba, nunca había estado tan cerca de un vampiro, como estos días y aún tenía la esperanza de ver a mamá. Pero tras las palabras de Juana, me preocupaba más el hecho de que un vampiro se alimentara de mí, había escuchado decir que cuando ellos mordían para beber de ti, muchas veces terminaba en sexo y eso era algo que no me interesaba.

Entonces el vampiro se detuvo y nos empezó a empujar a diferentes puertas, a las que estabamos en fila, para cuando me toco, él me olfateo y me salto, solo me despedí de Juana con una débil sonrisa, esa sería la última vez que vería a la simpática gama.

-tú te vienes conmigo-dijo el vampiro y me arrastro por el pasillo.

-detente ¿quién te autorizo a tomar algo que no te pertenece?-pregunto un gran vampiro, con una fea cicatriz en la frente. Lo reconocí como uno de los que asalto mi hogar.

-no es asunto tuyo-contesto quien me agarraba cada vez más fuerte, hasta el punto de hacerme sangrar, esto llamo más la atención del vampiro de la cicatriz, que embistió a quien me tomaba y lo arrojaba lejos.

-hueles como a nada de los que me haya alimentando antes-dijo lamiendo donde sangraba y con horror ví, como su rostro cambiaba a algo espantoso y cerré mis ojos, solo para escuchar su risa-me gustas, creo que te reclamare como mía, el regente me lo debe por mis leales servicios y es mejor que sea yo y no una de esas putas de Sabarí o Tessa, que te matarían solo por deporte. Ven hermosa-dijo el vampiro y tomo mi mano, pero sorprendentemente fue suave y me condujo a través de otros túneles, hasta dar con una zona más iluminada. Cuando llegamos a lo que parecían diversas puertas, él agrego-desde ahora estarás aquí, en mis aposentos ¿cuál es tu nombre?

-Erika-dije sin saber bien que estaba ocurriendo.

-bueno Erika, bienvenida a tu nueva vida-dijo el vampiro y cerró la puerta tras nosotros

Amo, así me ordeno que lo llamara, no me dijo nada más. Me dejo en lo que parecía su habitación, donde había una gran cama con postes y algunas cuerdas de cuero que estaban en cada uno. Había un baño y unos sillones, nada más, no había ventanas y la iluminación provenía del techo, así pude saber que era de noche. Estaba en la mitad de la habitación, sin saber que más hacer, cuando me acerque a la puerta, sentí como si hubiera alguien fuera, esperando, por lo que me mantuve dentro, de pie, justo donde me dejo.

-veo que eres obediente mascota. Eso me gusta y por eso nos llevaremos bien y no te lastimare… mucho-dijo una voz detrás de mí, no lo sentí cuando entro, es más la puerta nunca se abrió, por lo que solo quedaba el techo-ahora ven, siéntate sobre mis piernas, tengo hambre y debo salir a dar mi reporte a Sebastián.

Me llevo hasta uno de los sillones, el se sentó y espero a que me suba en su regazo. Con temor me senté y él me acerco más a su cuerpo, tomo mi cabello y tiro fuerte de él, haciendo que mi cabeza girara y entonces el dolor llego, esto no era placer como había escuchado, era un dolor ardiente en mi cuello y mis caderas, donde sus uñas se enterraban en mi carne. Cuando creí que me desmayaría, el vampiro me soltó y empujo al suelo. Gimió de puro placer, podía ver lo duro que estaba y el miedo me inundo.

-tranquila, no estás aquí para ser mi puta, solo para alimentarme. Ahora duerme, puedes hacerlo en el sillón o el piso, me da lo mismo, cuando regrese te traeré alimento, puedes tomar agua del baño y no salgas si quieres seguir virgen y con vida-dijo el vampiro, que salía de la habitación para dejarme sola y asustada.

No hablaba con nadie, solo lo veía a él y así pasaron diez días, los contaba para no perder la cabeza. Algunas veces era suave y me contaba sobre su día, otras ocasiones era brusco. Solo una vez trajo a otra hembra, con una túnica roja. Por más que trate de no escuchar, fue imposible no oír los gritos de la humana. Cuando cerré mis ojos, él me obligo a ver todo. Hasta cuando la luz en los ojos de esa pobre humana dejó su cuerpo. Luego otros vampiros, que olían muy mal, vinieron y retiraron el cuerpo inerte de la humana. No me dedicaron una mirada y estaba agradecida por ello.

Si algo entendí durante estos días, fue que aparte del regente Sebastián, habían otras dos vampiras que competían por el liderazgo y estaban causando muchos estragos en algunas manadas, tanto de que estaban llamando la atención. Además había un alfa, el alfa maldito, que cada tanto se llevaba hembras a su manada y no las regresaba. Se decía que había vuelto de entre los muertos y que era más despiadado que las mismas vampiras. También estaba él, a quien veía si me concentraba, sabía que era alguien de poder, alguine que cuando mi loba ya no podía más, su lobo la consolaba. Nunca decía su nombre, solo me aseguraba que pronto vendría, que me salvaría, pero al correr de los días nada ocurría. Solo rogaba para que estaba pesadilla pudiera acabar algún día. Pero mientras tanto, haría mi papel, a la espera de poder escapar y no mirar atrás.

-resiste, estoy yendo a por ti. Te liberaré-me dijo esta manaña la voz del lobo, que aún no lograba identificar-si aparece, lucha con él.

-me matará-respondí en mi cabeza al lobo-es mucho  mas fuerte que yo.

-te compartire mi fuerza. Solo lucha con él y podrás escapar-me decía el macho del otro lado del enlace.

-¿porque te puedo escuchar solo a ti?-pregunte una vez más.

-porque somos compañeros-respondía el macho y mi loba estaba feliz-lucha con ellos, estoy llegando, lucha con ellos y podremos estar juntos.

Algo en sus palabras no me gustarón, si realmente era mi compañero ¿porque no había venido antes?¿como saber que era cierto que me ayudaría con su fuerza?. Por más que mi loba quería obedecer ciegamente, algo muy dentro de mi me pedía no obedecer.

-dime tu nombre-pregunte una vez más-¿cual es tu manada, tu rango? 

-dime el tuyo primero hermosa-decía la voz del forma dulce del otro lado y las palabras de madre aparecieron en mi cabeza recordandome del peligro sobre mi origen.

-me llamo Juana-respondí mintiendo, bloqueando a mi loba y sus protestas, mirando mi túnica agregue-soy Juana Grey, soy una simple mestiza de la manada Fierse.

-bueno eso facilita más las cosas. No es nada personal Juana, pero no tienes cabida en mi vida, lo lamento-dijo el macho y entonces escuche, justo cuando la puerta se abria-Yo él alfa Victor Stone, de la manada Tusk, te rechazo a ti Juana Grey, como mi compañera y deseo que tengas una muerte rápida.

-¿que haces pequeña?-pregunto Amo justo cuando el macho decía su nombre, por lo que solo escuche que era un alfa y me estaba rechazando. Por más que trate de concentrarme en su nombre o manada no pude.

-nada Amo-respondí, tratando de ignorar los aullidos de Tori, solo quería recordar o tratar de saber el nombre o manada de mi compañero. Pero el macho había cortado su conexion, mi loba aullaba de pena, el Amo me seguía preguntando que pasaba y muy dentro mio sentía la traición inundarme.

Solo tenia claro que debía mantener oculta no solo a mi loba, por si Tori tratara de contactar con él, sino que una vez logre salir de aquí, él lo sabría y vendría por mi cabeza por mentirle.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP