Evelyn
No sé qué me despierta exactamente.
Tal vez es el viento, que suena como si algo lo empujara. O tal vez es esa sensación horrible de que algo… algo no está bien.
Me incorporo en mi saco de dormir y me froto los ojos. Leonard duerme a mi lado, su respiración tranquila, su brazo extendido como si me buscara incluso dormido.
Pero yo ya no puedo seguir ahí acostada.
Salgo de la tienda con cuidado de no hacer ruido. El aire de la madrugada es frío, pero no es eso lo que me eriza la piel. Hay algo raro en el bosque. Como si la energía hubiera cambiado de color. Como si algo me rozara la espalda, invisible pero real.
Camino hasta el borde del claro. El cielo está empezando a aclararse. Las estrellas se apagan de a poco, como si supieran que ya no tienen nada más que decirme.
—No deberías estar sola —dice una voz a mi espalda.
Me doy la vuelta. Es la hechicera blanca, envuelta en su capa larga, sus ojos brillando con ese tono extraño que tienen cuando hay magia cerca.
—No podía dormir —