Capítulo 94.
—Tendrías que controlar el Velo para que solo sea del tamaño de tu ojo —dijo el lobo blanco, observándome con atención—. Si lo abres más, corremos un gran riesgo.
Asentí sin discutir.
Habíamos formado un plan rápido y simple: le daríamos una hora más a Zayn para aparecer. Si en ese tiempo no lo hacía, yo intentaría ubicarlo usando el Velo.
La hora había pasado hacía ya varios minutos.
Tres manadas no habían llegado al punto de encuentro. Eso no podía ser casualidad.
El lobo blanco se sentó a mi lado. Su tono fue paciente, casi didáctico.
—Practica primero, Alina. Usar el Velo en pequeñas proporciones es mucho más difícil que abrir un círculo completo.
—Lo sé —murmuré, más para mí que para él.
Cerré los ojos y respiré despacio. Busqué la energía de papá. Cuando por fin la encontré, intenté abrir un portal diminuto, apenas del tamaño de una piedra.
Nada.
Fruncí el ceño. Lo intenté de nuevo, luego una tercera vez. Cada vez sentía el cosquilleo de la energía en mis m