Diario de Víktor Ivanov:
2 de enero de 1985:
Esta noche acudí a un cóctel en un hotel cercano.Era una fiesta para empresarios a la que había prometido asistir, Nikola protestó que estaba cansada, así que fui solo y como el destino es tan retorcido, allí estaban ellos.
Él no me notó. Demasiado entretenido en admirar a la cantante de cabellos de oro que insinuaba sus pechos cada vez que se inclinaba para aferrarse al micrófono.
Ella me vio enseguida.
Y se puso pálida y rígida al instante.
Estuvo toda la noche lanzándome miradas de incógnito, y cuando su flamante marido se marchó con su escolta y la cantante, ella subió las escaleras del hotel, y yo la seguí.
Era tarde.
Pasadas las dos de la mañana, y yo estaba tan furioso que ni siquiera le permití llegar a su habitación. La arrastré a la oscuridad de un pasillo, y allí mismo la monté. Poseyéndola y follándola con rudeza contra la pared, acallando sus quejidos y sollozos con mis manos y mi boca y apretándola con fuerza contra mí. Porque