— Es el chisme de milenio.
—¿Que dices? ¡No me lo creo!
— Pues créelo. No te miento amiga, cómo lo oyes… lo vieron salir, casi cayéndose del nuevo club ese que abrio en la calle principal. — ¿Ese que me contaste de las bailarinas exóticas?
— Si… un antro de perdición…lleno de mujerzuelas de la gran ciudad.
— Pero no sabía que además de ser el dueño, lo frecuentaba.
— Dicen que prácticamente vive allí. Que ha nombrado un sustituto temporal en su empresa para ocuparse por completo de su nueva inversión y se la pasa borracho y drogado persiguiendo a las prostitutas desde el repentino divorcio.
—Shhh .. baja la voz. — dijo la señora canosa a su amiga al advertir la vista curiosa de Alice, demasiado interesada en su conversación .
— No es un secreto… toda la ciudad lo sabe, Dairon se ha vuelto loco… — acotó la segunda decidida a enterrar la conversación regalando el nombre del personaje aludido, mientras se subía a un taxi a la salida del pequeño aeropuerto.
Alice sintió lást