96. Furia y verdades
Martina
Aquellos guardias incompetentes me miraban con desdén mientras yo gritaba en la puerta. ¿Cómo se atrevían a impedirme entrar? ¡Yo, la prometida de Leonardo Martinucci!
"¡No pueden hacerme esto!" grité, golpeando la puerta. "¡Magnus, traidor! ¡Déjame entrar!"
Magnus solo me observaba con ese aire superior que me provocaba náuseas. Mi celular sonó: Eleonora intentando calmarme. Pero entonces oí la voz de Leonardo de fondo, clara como el cristal: "Cuando el ADN lo confirme. Voy a asumir a los niños. Y a Amber."
El mundo se detuvo.
"¡Se van a arrepentir de esto!" grité por milésima vez, cuando noté que uno de los guardias más jóvenes se distrajo con una llamada. Era mi oportunidad. Fingí revolver en la bolsa, dejando caer mi celular intencionalmente cerca de la puerta. Cuando se acercó para ayudarme, en un movimiento rápido, me escabullí bajo su brazo.
"¡Oye, detente!" oí sus gritos, pero ya estaba corriendo. Cada sesión de fotos en ese jardín para las redes sociales había servido