75. Disparos
75. Disparos
Leonardo
Atendí el teléfono por puro reflejo, pero en cuanto oí la voz estridente de Martina, me di cuenta de que había tomado la decisión equivocada. Aun así, era mejor que enfrentar los ojos llorosos de Amber en ese momento, ojos que me hacían querer mandar todo al infierno y simplemente abrazarla y besarla hasta que todo el malentendido entre nosotros se disipara.
"¿Cómo que no puedo subir?" gritó Martina del otro lado de la línea. "¡Estoy en la recepción y estos incompetentes no quieren dejarme pasar! ¡Soy tu novia, esto es un ultraje!"
"Eso es exactamente," no pude contener la risa amarga. La palabra 'novia' ahora tenía un sabor extraño en la boca. "No vas a subir."
"¡No puedes impedirme ir a tu cuarto! ¡Aún soy tu...!"
"Puedes quedarte en cualquier cuarto del hotel, Martina," corté sin paciencia; mi voz salió más dura de lo que pretendía. "Menos en el mío. No te quiero allí."
"Es por esa mujer, ¿verdad?" su voz destilaba veneno. "¡De ella y de esos mocosos!"
Reí de