72. Sangre en la pared
Amber
La habitación estaba sumida en un silencio asfixiante, roto solo por el sonido monótono del televisor. Las imágenes que pasaban por la pantalla parecían burlarse de mí, una realidad que quería olvidar, pero que insistía en mirarme de frente. Los titulares giraban en un ciclo infinito: “Leonardo Martinucci presenta su defensa”, “El CEO mantiene una postura impecable durante la rueda de prensa”.
Dejé escapar un suspiro pesado, con los ojos ardiendo mientras el nudo en la garganta se apretaba. Caminé hasta el control remoto, que estaba tirado en el suelo. Mis manos temblaban mientras intentaba juntar los pedazos del control. Una pila aquí, otra allá, tratando de hacer funcionar lo que Leonardo había roto en su furia.
“Vamos, funciona”, murmuré, apretando los botones que aún quedaban.
En cada canal, la misma historia: “Giro en el caso de Peter Calton”, “El CEO revela la verdad sobre la desaparición”. Los comentaristas no dejaban de elogiarlo.
“Diferente de las acusaciones anteriores