48. Tenemos que volver
Leonardo
Cuando volví a la suite, el silencio me golpeó como un puñetazo. Louis, que horas antes saltaba en mis brazos, ahora se escondía detrás de las piernas de Amber. Bella ni siquiera levantó los ojos de su dibujo. Mi comportamiento anterior había asustado no solo a los niños, sino que destruyó la confianza que estaba empezando a construir.
"Necesitamos hablar," dije, intentando suavizar mi tono. La expresión de Amber era una mezcla de miedo y desconfianza.
"Niños," llamó ella. "Vayan a jugar al cuarto."
"No," corté, más áspero de lo que pretendía. Louis se encogió aún más. Maldita sea. "Quiero decir... quédense. Por favor."
Me acerqué despacio, arrodillándome a su altura. "Discúlpenme por lo de antes. A veces el tío Léo necesita resolver problemas de adultos, pero eso no significa que no los quiera o que esté enojado con ustedes. Es solo... difícil tener que lidar con algunas cosas."
"Te pusiste igual que papi," murmuró Bella, aún sin mirarme.
Aquello dolió más que cualquier golp