119. Promesas
Leonardo
El sonido de las risas de los niños llena la sala como música, una melodía que disuelve las tensiones y hace que mi corazón rebose. Después del susto de antes, verlos jugar y sonreír de nuevo es un alivio indescriptible. Amber está a mi lado, con los ojos fijos en ellos, una mezcla de amor y preocupación bailando en su rostro.
Magnus se acerca con discreción, pero su postura firme y su expresión seria delatan la urgencia del mensaje. «Señor, la audiencia está programada para dentro de dos horas».
«Gracias, Magnus. Que el coche esté listo para salir en una hora», respondo, alisándome los pantalones con las manos.
Amber se gira hacia mí; sus ojos llenos de preguntas que no necesita pronunciar. «¿Crees que Peter pudo haber manipulado también los otros exámenes?», susurra, con voz apenas contenida por el miedo.
Toco su mano y la aprieto suavemente, tranquilizador. «No», respondo con firmeza. «Hoy todo saldrá como lo planeamos. No tenía forma de saber de estos; el juez ni siquiera