10. El recado casi consumado
Ya eran cerca de las diez de la noche, todos estaban en sus recámaras, el castillo
estaba a oscuras, iluminado sólo con la luz de la luna que brillaba en lo alto del cielo.
De pronto, se abre una de las puertas de las recámaras, una sombra se veía caminar
por uno de los pasillos que daban hacia la torre este; era Romina, que se dirigía
sospechosa a la habitación del Rey Doménico. Una sombra extra, aguardaba detrás de
ella siguiendo sus pasos.
¡Maldición, los guardias! Se exclama Romina al ver que un guardia vigilaba el
pasillo. Piensa un momento y sigue caminando hasta él.
Buenas noches Saluda Romina al guardia con gentileza
Buenas noches, alteza ¿A dónde se dirige? ¿Necesita algo? Pregunta con
amabilidad el guardia.
Eh… si. Venía a entregarle un recado muy importante al Rey Doménico; pero me da
vergüenza entrar a estas horas de la noche. Además, no sé si estará ya
descansando… Explica ella
Si, el Rey Doménico ya ha de estar durmiendo, si quiere me deja e