— Vale—, se movió y se tumbó a su lado. Él le cogió la mano y entrelazó sus dedos. — Lo sabes casi todo de mí, pero nunca me has contado nada de ti. Eso es injusto.
Se rió entre dientes.
— No hay mucho que contar.
— Aun así, quiero saberlo.
— ¿Qué quieres saber? — El pulgar de él jugó con la mano de ella mientras lo decía.
— Quiero saber las cosas controvertidas.
— Eso es algo que nunca tuve. Mi vida había sido simple y llana—, movió la cabeza hacia la derecha para mirarla, — hasta que te conocí. Y no creas que todo es bueno porque eres una mujer muy difícil de manejar.
— ¿Debería alegrarme por eso? —, frunció el ceño.
— Sí, por supuesto. Es lo más parecido a un cumplido que recibirás de mí.
— Te odio—, dijo suavemente.
— No, no me odias—, acercó la cabeza. Le encantaba cómo podía oler el aroma de su jabón en su piel.
— A veces sí—, contestó ella, mirándole los labios.
— En ese caso, debería decir lo mismo—. Sus labios sonreían ampliamente al posarse sobre los de ella. La puso boca a