Capítulo 9 – Eso puede cambiar.

Luego de terminar el ristretto en la mayor calma posible, intentando entablar una conversación banal, Gianina se puso de pie y pidiendo disculpas se retiró a la habitación.

Aquel día había sido fatal en todos los sentidos, y su cuerpo, pero, sobre todo, su cabeza no daba para más.

Un par de minutos más tarde, Adriano la imitó, al igual que Johana y Sara, quienes se habían percatado de la tensión en el ambiente, pero quienes habían procurado amenizar la charla y desviarla de Gianina cuando había sido menester.

Cuando Adriano llegó a la habitación, se encontró con Gianina tumbada en la cama con el rostro escondido entre los brazos y su cuerpo sufriendo graves espasmos.

—Gianina —dijo, ladeando la cabeza y acercándose con cautela—. ¿Qué pasa? ¿Estás bien?

Gianina no respondió, tan solo se limitó a continuar llorando.

—Nina, en serio, ¿qué sucede? ¿Estás bien? ¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras? —preguntó sin respiro—. Nina —la llamó una vez más.

Gianina, al escuchar aquel diminutivo que le ha
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