Sabía que Benedict no tomaría de buen agrado la noticia de que no sabían dónde estaba Samantha, así que cuando el mayor de los Lores B llegó a su encuentro, su humor empeoró cuando James se lo mencionó, la pieza musical ya había terminado y la banda se estaba tomando un descanso, las parejas retornaban con sus amigos y familiares, y aun así no había indicios de Samantha, ni de su tío.
– ¿Cómo han podido perderla de vista? – preguntó Benedict entre susurros pero totalmente molesto, su ceño fruncido y su tono gélido daban a conocer sus emociones a todas luces.
– Te digo que estaba bailando hace un momento, a Sebastian lo tomaron sus amigos del colegio, por mi parte, vi a la señorita Evangeline así que…
– ¡No quiero escucharlo! No me interesa eso en estos momentos, debemos encontrar a Samantha ya mismo – sentenció con autoridad.
– No está en el salón, ni en los baños, tampoco en el jardín – dijo Sebastian uniéndose de nuevo a ellos.
‒ Me interesa saber cómo sabes que no se encuentra en l