01/ El comienzo del desastre p2

—¿Cómo va este primer pedido? ¿Ya conseguiste que el hombre cayera en nuestras redes y se dignara a darnos la entrevista? —Preguntó Brownbear, levantando su mirada e intimidándome al verme fijamente.

—Me costó un poco, pero lo he logrado. Pasado mañana me veré con él en su oficina a las diez de la mañana —Respondo, tratando de ser lo más firme posible y que mi voz no titubee tanto.

—Bien. Por fin una m*****a buena noticia —rueda sus ojos notándose realmente obstinada con la vida. Se levanta y camina nuevamente hacia su escritorio, esta vez estando vestida completa y decentemente. Se sienta detrás de él y vuelve a ver todos los papeles que tiene esparcidos en toda la mesa —. Analía, el departamento de deporte está analizando los temas que soltarán en las dos fechas de este mes. Creo que ya los tienen listos, pero necesito que metas esto sobre la Premier League, nos pagaron por adelantado para no dejarlo para la próxima edición de ICON. — Estira su mano con un sobre color verde entre sus dedos, entregándoselo. Analía lo acepta y se da media vuelta para irse, yo intento hacer lo mismo, creyendo que ya había terminado conmigo, pero en cuento intento voltearme, ella habla: —No recuerdo haber pedido que te fueras.

Vuelvo a mirarla, acercándome un poco a su escritorio. Noto como toma un bolígrafo, pero al mirar su propia mano rápidamente lo suelta y la esconde en su regazo, para que yo no pudiera seguir viendo como estaba temblando.

—Como bien sabes estás trabajando en el área de entretenimiento y moda, específicamente en la parte de rumores y chismes, pero perteneces a esa área en general. Lo que significa que cuando tengas momentos libres debes rondar por las otras partes de tu área y ofrecer ayuda para adelantar trabajos. Hay cosas que no te informé en la entrevista y quiero aclarártelas ahora —ella suspira y se frota la sien, antes de respirar con profundidad y señalarme el asiento frente a ella —. Siéntate, niña. No quiero tener que estar levantando mi cabeza a cada instante para comentarte algo y mucho menos con lo mucho que me está doliendo. Esto de llevar una empresa a los veintiocho años no es tan fácil que digamos.

Hago lo que me pide antes de que entre en histeria y sus palabras calmadas cambien a ser amenazas.

—Como te decía: esta empresa cuenta con una serie de protocolos y reglas a las que los empleados, por suerte, se adaptan con suma facilidad. No me sorprende, porque todo individuo tiende a ser competitivo por naturaleza. Es inevitable, ya sea por mucho o por poco, esa sensación de competencia siempre está en nosotros. En todos. El caso es que, estas reglas son justas y necesarias para el avance de cada empleado, si se cumplen al pie de la letra obtienen beneficios y recompensas.

—¿Y cuáles son esas…? —Intento preguntar ya que me ha dejado intrigada, pero ella se adelanta a levantar su dedo índice, pidiéndome callarme.

—Va la segunda vez que me interrumpes en una conversación, y por tu bien, espero que sea la última —mi cabeza se mueve de arriba hacia abajo constantemente sin poderlo evitar —. Todos los primeros de cada mes hacemos encuestas en las redes para ver cuáles han sido los temas favoritos de la clientela de la revista, de esta manera el equipo del área con más votos, gana. Cada punto ganado se va sumando en una tabla de posiciones que mostramos en una reunión que realizamos el día dos de cada mes. Se toma en cuenta el desempeño del equipo, quién acabo todo el trabajo de su área en menos tiempo, el trabajo en compañerismo y todas esas cuestiones que se supone que debería ser dinámica para unir a nuestros empleados y que se desenvuelvan mucho mejor. Cosas que la verdad me importan una m****a y si por mi fuera ya hubiese quitado estas actividades porque me parecen estúpidas, sin embargo, no puedo, porque es una cláusula que dejó mi despreciable padre para poder dejarme la empresa.

Okey, es mucha información para manejar.

—El caso es que el equipo que vaya en primer puesto de la tabla para finalizar el año obtiene beneficios como elegir algún tema del que quiera tratar en la revista, cambiarse de área a otra que quiera, se le puede ofrecer al miembro más destacado del equipo subir de puesto, todos obtienen vacaciones por un mes en alguna isla del caribe, obviamente con todo pagado por ICON, y se podrían considerar propuestas que quieran realizar, o financiar algún negocio, tratamiento médico, carrera universitaria, posgrados, etcétera…, que sea que necesiten. ¿Entendiste?

 —Perfectamente.

—Ahora, la buena noticia es que tu área es la más aclamada por el público. Como te dije, las personas de hoy en día son tan vacías intelectualmente que solo piensan en los estúpidos famosos, qué color está de moda, y si se ven gorda con una camiseta ajustada. Para mí la presentación e imagen hablan mucho, pero nada se compara a una demostración de verdadera inteligencia y es justo por eso que estás aquí. No te vistes de marca o con ropa de segunda mano que no esté desgastada, pero tu cerebro logró impresionarme, espero que siga siendo así. —Aclara —. La mala noticia es que siempre quedan de segundo lugar en la tabla, los del área de Deporte y Salud siempre ganan, más por el deporte que por la salud. Sobre todo, cuando tocamos el futbol, los hombres son quienes más nos compran. De no creer.

—¿Por qué no habría de creerse?

—Porque esta m*****a sociedad tiene la absurda idea de que las revistas solo se leen por mujeres y que estas solo contienen cosas sin sentido, cosas que es cierto, pero es tan solo una parte de las otras tantas que hay. Por eso es que somos los más demandados de este rubro, porque abarcamos de todo, y le damos a cada persona el tema que le gusta. Nuestra revista hace unir a toda persona con gustos diferentes, y lo que es mejor aún, hace aceptar que el otro tiene esos gustos diferentes, aunque a ellos sigan sin gustarles. En la aceptación está el poder.

—Ese fue un muy buen análisis, una gran explicación.

—No estaría donde estoy de no saber desenvolverme como se debe. Vaya preparando las preguntas que le hará al señor Abernathy, Gilabert. Espero por tu bien no decepcionarme, menos en tu primera entrevista.

—Sí, señorita Brownbear.

—Retírate.

—Tenga lindo día…

—Lindos mis pezones. Sobre todo, el izquierdo donde tengo un piercing. Adiós.

Abro mis ojos y aprieto mis labios sintiéndome escandalizada por el atrevimiento de esta mujer. No tiene pelos en la lengua. Doy media vuelta y salgo del lugar, yendo directamente hacia mi área de trabajo. Me siento en mi cubículo y enciendo la computadora para seguir revisando las revistas de los meses anteriores de ICON y así guiarme y escribir todas las preguntas que podría hacerle al señor Abernathy.

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