02/ Despecho Dramático

Stella Gilabert

Me encontraba súper concentrada en mi investigación que no me di cuenta de que se pasaron las horas y era momento de irnos hasta que Analía me lo vino a decir. Acomodo todo y me preparo para irme, tomando mi cartera y caminando hacia la salida. Josh me saluda con su mano y detrás de mí escucho un breve gruñido que más que hacerme molestar o darme miedo, me hace reír. Analía pasa a mi lado y achica sus ojos como si quisiera advertirme, pero luego prefiere no decirme nada. También la saludo con mi mano y ella bufa. Entra al ascensor junto a mí y cuando planeo curiosear sobre ella y Josh, mi celular comienza a sonar como loco. Scared to Be Lonely de Martin Garrix y Dua Lipa suena de manera escandalosa mientras rebusco en mi cartera ese aparato para contestarlo. Todos en el pequeño cubículo me quedan viendo raro y yo les sonrío antes de descolgar la llamada y llevármelo al oído en lo que pienso en que debo ponerlo en vibración porque si llega a sonar frente a mi jefa me bota del trabajo.

—¿Sí?

—¡Me dejó! ¡El muy imbécil acaba de dejarme! —Unos horribles sollozos suenan del otro lado. Mi mejor amiga llora tan dramática y escandalosamente que todos en el ascensor vuelven a mirarme con extrañez. Chismosos.

—¿Puedes darme un minuto? —Pregunto en un susurro.

—¡¿Un minuto?! ¡A él ni siquiera le hizo falta un minuto para dejarme tirada, sola y desamparada en medio de una calle poco transitada! —Grita de manera histérica y yo agradezco a los mil dioses que sea que existen porque las puertas del ascensor se abren y camino rápidamente, saliendo del edificio en el que trabajo y enrumbándome a la estación del tren.

—¿Puedes tratar de calmarte y decirme qué pasó? Si mal no recuerdo, ayer estaban hablando de planes a futuros, él quería tener ocho hijos y tu cuatro ¿Lo recuerdas?

—¡Pues ya no quiero nada con él ni con nadie! ¡Me quiero quedar sola en este mundo cruel y despreciable que no hace más que decepcionarme a cada instante! —Frunzo el ceño en confusión.

—¿El mundo o tu novio? Digo, ex…

—¡Ambas cosas me decepcionan!

—Vaya, eso sí que es grave… —en serio, muy grave. La llamada se corta y miro mi celular de manera incrédula. ¿Me colgó?

Un montón de mensajes con capturas de llamadas y mensajes con una desconocida llegan a mi chat. Mi mejor amiga me las está enviando desde el celular de su novio, digo, ex.

Me subo al tren y espero a que termine de escribir y enviar su mensaje:

[¿Lo ves? ¡Me está engañando!]

Dramatiza enviándome muchas caritas llorando y yo pongo mis ojos en blanco. Vuelvo a subir la conversación. Es cierto que la chica con la que hablaba —que ahora sé que es la veterinaria del gato que ambos tienen y del que probablemente tengan que compartir custodia si rompen definitivamente —le estaba coqueteando descaradamente y lanzando unas indirectas muy directas sobre querer que él le metiera sus largos dedos en sus lugares oscuros…, pero las respuestas de él eran cortas, precisas y contundentes. En ningún momento le corresponde y lo único que podría reprochársele es que no pone a la mujer en su lugar. Es un hombre tímido, que siempre le ha costado ese tipo de cosas. Mi amiga es el macho en la relación, como ella misma suele decir.

[Espera, ¿le has robado el celular a Darvin?]

Si me está escribiendo de allí es porque obviamente lo tiene, y si lo tiene no quiero ni imaginar las cosas que le está escribiendo a la veterinaria.

No es grave, es gravísimo.

Temo por la vida de la mujer. Lo mejor será que apresure mi paso.

[¡¿Eso es todo lo que te importa?! Sí. ¡Robé su maldito celular y mandé a investigar con mi hermano la ubicación exacta de esa arpía roba novios teniendo tan solo su número telefónico!]

[Me parece que estás exagerando un poco.]

[Yo exagero… ¡¿Yo exagero?!]

Vaya, me grita hasta con letras.

[¿Quieres que nos veamos para intentar disuadirte y que no cometas alguna locura?]

Sí, ya sé lo que van a decir, pero esta conversación siempre la repetimos desde la primera vez que me di cuenta de lo dramática que se pone en sus rupturas. Yo le ofrezco encontrarnos, ella se desahoga, me cuenta que al final lo que sea que ocurrió es culpa de ella, la llevo a un bar para que haga lo que mejor sabe hacer, lo cual es beberse hasta el agua de los floreros, y luego la llevo a casa, donde se reconcilia con su pareja, como si nada hubiese pasado.

[Bar de Antonio, ya estoy aquí.]

Niego con mi cabeza y salgo del tren. Camino dos cuadras, que es la distancia que hay desde este lugar hacia el edificio donde vivo y entro en él, para luego tomar el ascensor e ir a mi departamento. Suspiro una vez estoy adentro.

Se supone que esta sería una tarde tranquila en la que comería tarta de chocolate y vería alguna película romántica, con una de esas tramas súper épicas que yo jamás tendré en la vida y luego me iría a dormir, pero no. Una amiga que probablemente ya esté borracha me necesita. Por lo menos el problema de la cerradura del departamento está resulto, ahora tengo nuevas llaves las cuales no sé cómo hacer para no olvidarlas como siempre lo hago. Las miro entre mis manos y suspiro. Soy caso perdido.

Dejo todas mis pertenencias en mi dormitorio. Me cambio mis zapatillas por unos zapatos deportivos para estar más cómoda. Sé que los necesitaré, y tomo mi documento de identidad y unos pocos billetes para pagar un bus de regreso y los meto en mi bolsillo delantero de mi ajustado pantalón de vestir. Me miro al espejo antes de salir y ajusto mi moño en la cima de mi cabeza a la vez que el resto cae en cascadas onduladas. Tomo una gran bocanada de aire y me preparo para todas las locuras que Jezabel Relish cometerá esta noche. Lo bueno es que no las hace taaaaan seguido…. Okey, estoy mintiendo, sí las hace.

Salgo del departamento y edificio, dirigiéndome al Bar de Antonio, el cual queda cerca de la estación de tren, pero llevo las pocas provisiones que llevo porque sé que al terminar la noche estaremos en otro lugar lejano, muy lejano. Lo bueno es que mi amiga paga absolutamente todo, su familia es adinerada y, por ende, ella también. No hace más que despilfarrar el dinero.

Pero bueno… el que puede, puede.

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