Capítulo setenta y tres: Conociendo a mi sombra.
Ya estaba decidida, volvería a como dé lugar. Preferí hablarlo con mi padre hoy mismo, pues; consideraba que no era necesario esperar más tiempo.
— ¿Permiso, padre, puedo pasar? — él, escucha mis palabras luego de tocar a su puerta,
— Adelante.
Entré en su despacho, y me senté frente a él,
— Dime, hija mía, ¿qué sucede?
Sabía que algo rondaba en mi cabeza solo con mirarme, él me conocía muy bien,
— Voy a volver— le dije sin vacilaciones,
— ¿Cómo que volver, a dónde? — su vos se notaba angustiada,
— Volveré a donde pertenezco, are pagar a los que destruyeron mi vida.
Él se puso de pie enseguida y exclamó,
— No puedes Fernanda, volver ahí es firmar tu sentencia, ellos no te dejarán vivir.
— ¡Ellos me mataron! — le grité con rabia,
— ¡Ella y Bruno fueron los culpables de mi accidente, y no fue un accidente; fue un intento de asesinato por qué sigo viva! — él se acercó a mí intentando calmarme y persuadirme de no volver,
— ¡No!, no voy a dejar que sigan sa