Capítulo 131

A la mañana siguiente, Maya despertó instintivamente buscando a sus hijos.

Sus manos solo tocaron el vacío.

Cuando abrió los ojos, se dio cuenta de que seguía en Parkgrove Mansion.

Tomó el teléfono de la mesita de noche. Eran las cuatro y media.

Había pasado la noche, pero no olvidó lo que Alexander le había prometido.

Por fin podía irse ese día.

No pensaba quedarse ni un minuto más.

Alexander no olvidaría sus propias palabras… de lo contrario, todo lo que había soportado la noche anterior habría sido en vano.

—Ejem… —Maya se aclaró la garganta. Le dolía un poco y se sentía áspera.

Tras asearse, se vistió y bajó las escaleras.

Alexander aún no se había levantado.

Maya se dirigió directamente a la salida.

—¿Se va, señorita Anderson? —preguntó Bob con sorpresa.

—El señor Brook me permitió irme hoy —respondió Maya, aclarándose la garganta de nuevo.

—Pero no he recibido ninguna instrucción —dijo Bob, dudoso.

—¿Crees que te mentiría?

Bob se sintió en un aprieto.

—Lo siento, señorita Anders
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