—¿Estás intentando evadir tu deuda? ¿Hmm?—
—…Solo por esta vez, ¿de acuerdo?— En ese momento, ser descarada era su única opción.
Aún no había saldado la deuda del Rolls-Royce y ahora se sumaba un reloj. ¿Pretendía llevarla a la ruina?
—No te preocupes. Alguien lo compensará en tu nombre.—
Maya quedó atónita.
—¿Quién?—
Alexander no respondió. Aflojó su agarre y sus pupilas negras volvieron a ser indescifrables.
Maya lo observó darse la vuelta para marcharse. De inmediato lo siguió.
—¿Quién va a pagar en mi nombre?—
—No hay prisa. Lo sabrás— murmuró Alexander.
Maya no podía imaginar quién sería capaz de cubrir una suma así. Nadie de su entorno podía permitírselo.
Roberto y Julia quizá podían hacerlo, pero era poco probable. No tenía con ellos una relación lo suficientemente cercana como para que asumieran esa deuda por ella.
Deseando no permanecer allí ni un segundo más, Maya hizo una petición:
—…Sr. Brook, ¿puedo regresar ahora?—
Al final de la frase, Alexander se giró lentamente. Sus