108. No usamos protección

La luna colgaba alta sobre Roma, pero en la suite del hotel, el tiempo parecía detenido.

La habitación aún conservaba el aroma de la pasión. El aire estaba cargado de humedad, deseo y algo más profundo: el lazo invisible que comenzaba a formarse entre dos almas marcadas por la desconfianza.

Evelyn yacía sobre la cama, envuelta en la sábana blanca, jadeando aún. El cuerpo le temblaba no por agotamiento, sino por lo que acababa de ocurrir. Había sentido su alma temblar. Su piel vibrar. Su loba dormida... empujar desde lo más hondo.

Pero no bastó, porque ni con su despertar sexual logró despertar a su loba.

Y lo más aterrador de todo: su celo no había terminado. Apenas comenzaba.

A su lado, Tauriel se incorporó, dejando que el aire acariciara su torso desnudo. Su respiración era más estable que la de ella, pero sus ojos brillaban con intensidad. Su mirada no era la de un Alfa satisfecho. Era la de un hombre que sabía que se había adentrado en un territorio del que ya no podía sa
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