106. Destituir a la Heredera
Nada permanecería quieto para siempre, y menos cuando el futuro del reino estaba en juego.
El cielo sobre Aryndell estaba despejado, pero en el corazón del imperio, se gestaba una tormenta silenciosa.
Desde el anuncio de Dayleen como heredera al trono, la admiración inicial entre el pueblo había comenzado a agrietarse. Primero fueron susurros. Luego, miradas. Después, pequeños grupos murmurando en las esquinas, contando historias… cosas que ella nunca había hecho.
—Dicen que fue ella quien incendió parte del bosque sagrado…
—Que usó su poder de Guardiana para castigar a un grupo de niños por jugar cerca de los jardines reales…
—Que sedujo a tres Alfas y manipuló a todos para llegar al poder…
Dayleen escuchaba los rumores. Al principio, los ignoró. Pensó que era parte del precio por su nuevo lugar. Pero cuando una criada se negó a tocarla, alegando que “no debía acercarse a una impostora”, supo que algo más pasaba.
Su padre también lo notó. Así que en cuanto pudo, se reunió en el despa