14. El santuario del fuego
ara pasó la yema de los dedos sobre la pared del santuario, sintiendo la rugosidad de la piedra fría bajo su tacto. A pesar del polvo acumulado por los años, las inscripciones aún eran legibles, talladas con una precisión inquietante. Tobías se mantuvo a su lado, en silencio, analizando cada símbolo con el ceño fruncido.
—¿Entiendes algo? —preguntó ella en voz baja.
—Algunas palabras me resultan familiares —respondió él, sin apartar la vista de los grabados—, pero el significado completo… aún se me escapa.
El aire dentro del santuario se sentía más denso, como si la atmósfera misma estuviera cargada de un peso invisible. Tara intentó ignorar la sensación de opresión que se aferraba a su pecho, pero su instinto le gritaba que debían tener cuidado.
—No me gusta esto —murmuró Lysanne, abrazándose a sí misma—. Algo nos está observando.
El silencio que siguió a sus palabras fue más aterrador que cualquier sonido.
De repente, una ráfaga de viento recorrió el pasillo, apagando algunas antorc