Capítulo 75 —El periódico
Narrativa:
El viento todavía olía a agua y a tierra húmeda cuando Sofía terminó de vestirse junto a su coche. Renzo, con la camisa a medio abrochar, se acercó sin pensarlo. La atrapó por la cintura, pegándola a él.
—Non ti scordare… ti amo. (No lo olvides… te amo). —murmuró contra su boca antes de besarla con una lentitud que le arrancó un suspiro.
Ella le devolvió el beso, temblando, aferrada a su camisa mojada. Cuando se separaron, lo miró a los ojos y dejó escapar lo que ardía en su pecho:
—Yo también te amo, Renzo.
Se quedaron así unos segundos, respirando el uno del otro, hasta que él le acarició el rostro con los nudillos y la dejó ir. Cada uno subió a su coche. El rugido de los motores rompió el silencio, y partieron de regreso a la mansión con esa confesión grabada a fuego en la piel.
Los días siguientes transcurrieron en un delicado equilibrio. Sofía mantenía su fachada de Vanya, ocupada con informes, instrucciones y decisiones que los hombres de Renz