Capítulo 74 —Así te llames Juana.

Narrador:

Renzo finalmente se dejó caer a su lado, la piedra fría bajo ellos, pero su brazo cálido la rodeó con una firmeza inesperada. La atrajo contra su pecho y, por primera vez en mucho tiempo, la besó con una ternura desconocida para él. No hubo prisa, no hubo hambre: solo el roce suave de sus labios, como si temiera romperla. Cuando se apartó apenas, susurró ronco, con la voz cargada de verdad:

—Te amo, te amo de verdad.

Sofía se tensó en sus brazos. Se apartó despacio, lo suficiente para mirarlo de frente. Sus ojos ya estaban desbordados, las lágrimas cayendo sin freno por sus mejillas.

—¿Cómo puedes decirme semejante cosa? —preguntó, con la voz rota, temblando entre rabia y dolor —No me conoces de nada, Renzo… no sabes nada de mí.

El eco de sus palabras quedó suspendido entre los dos, desgarrando el silencio del lago más que cualquier grito. Renzo la miró con esos ojos oscuros que siempre parecían esconder fuego y, en lugar de enojarse, sonri