Lea
Cuando Frederick se reunió con nosotros en la playa, llevaba un pantalón caqui y una camisa blanca con sandalias, se había afeitado por lo que todo en el gritaba perfección y sensualidad.
Por suerte para mí, Emma había tenido la amabilidad de llevarme una camisa holgada y unos pantalones cortos de color rosa. Faltaban un par de meses para el verano, pero ese día en particular ejerció un clima precioso. El cielo estaba completamente despejado y la briza era cálida.
Los niños corrieron hacia él radiantes, con todos los tesoros que habían encontrado en la playa como: algunas caracolas, trozos de coral, un par de conchas de erizos de mar y varias anémonas de mar pegadas a las rocas que solo observaron, aunque estaban ansiosos por mostrárselas a su papá. Antes de ir a hablar con papá les había prometido que iríamos a ver los charcos que dejaba la marea, allí se podrían ver mejores los camarones que dejaba la marea.
Sabía que había altas posibilidades de que esa conversación, no