Alana aferro la bufanda y podía jurar que a su lado estaba Gala, preguntando cosas que ella no podía decir, porque Gala no debía saber los secretos que guardaba la luna, pero ahora…
— Porque es lo correcto Luna Lina. — musito apretando sus manos alrededor de la bufanda, mientras la retiraba y la dejaba al lado del gorro que Benjamín le había dado. — No tengo loba y me desprecian por ello… — sus ojos se cubrieron de lágrimas, y, aun así, no se permitió dejar de ver a Lina, solo a ella y al rey les daría una explicación. — En cambio, los humanos, son buenos conmigo, tengo amigos. — dijo con verdadera ilusión y ganas de volver a ver a ese par. — Y compartimos el desayuno, ellos me cuidan y… — los hermanos veían a Alana y como poco a poco una luz resplandecía en ella, algo que los hizo enmudecer, mientras sus lobos comenzaban a olfatear algo, algo que llevaban años buscando.
— Aquí también… — dijo con desespero Lucio, al sentir temblar a Lina.
— No, no es así, Alpha. — Alana sentía que es