Los días que siguieron a la visita imprevista de los amigos de Alana transcurrieron con una calma relativa, sus Alphas al fin se comportaban como los caballeros que la luna Lina había criado, y Alana se deleitaba con las reuniones alrededor de la mesa. Las charlas tranquilas que mantenía en el horario del almuerzo, con Lina y los comentarios bromistas del rey Lucio hacia sus hijos en las cenas, eran el momento más destacado del día para la joven. La risa y la camaradería que se compartían en esas ocasiones eran un bálsamo para su alma y un acercamiento con sus Alphas, aunque ella no se diera cuenta.
Sin embargo, la realidad era que Alana apenas tenía tiempo para pasar con sus Alphas a lo largo del día, pues las obligaciones de los futuros reyes y la futura reina de los lobos, eran abrumadoras, y cada uno de ellos estaba ocupado con sus propias responsabilidades, por lo que sí, la mejor parte del día para Alana era el desayuno y las cenas, era como si el no ver durante el día a sus Alp