Alana mastico con cuidado, casi de forma ridícula, claro que no se la podria culpar, estaba buscando en su mente la respuesta que Otto le había hecho, pues hacía años que no pensaba en sus padres como eso.
— bueno… — dijo antes de beber agua, y Otto agradeció a Osiel el dejarlo a él allí y no a Edur, el menor era de poca paciencia. — Era la consentida del señor Leroy. — musito, pero Otto detuvo por un segundo su mano que estaba cortando mas carne, para verla de reojo.
— ¿Llamas señor Leroy a tu padre? — pregunto más que interesado.
— Es como debo llamarlos. — dijo con media sonrisa triste. — Ellos me expulsaron de la familia y exigieron… que no los llamara nunca más… — la boca de Alana se abrió y cerro, como si la palabra padre fuese imposible de decir.
— Comprendo. — dijo Otto, no queriendo hacer más difícil aquel momento a su luna.
— ¿Sí? — pregunto la joven viéndolo con una sonrisa sarcástica y una ceja en alto que dejaba en claro su sorpresa. — Qué bueno, en ese caso ¿podrías expl