Osiel y Edur pasaron toda la noche en vigilia, la inquietud por la ausencia de Otto y Alana en la mansión no les permitió cerrar los ojos, el viento rugía afuera, trayendo consigo un frío implacable que parecía atravesar las paredes, al igual que la nieve, ambos Alphas se sentaron junto a la chimenea, sus expresiones reflejaban tanto preocupación como el esfuerzo por mantenerse optimistas.
— ¿Crees que Alana esté bien? — preguntó Edur, rompiendo el silencio, su voz era baja, casi temerosa, como si pronunciar las palabras pudiera invocar el peor de los escenarios, y Osiel suspiró, dejando que su mirada se perdiera en las llamas del fuego.
— No lo sé, Edur, Otto es un alfa fuerte y protector, pero Alana… — el CEO hizo una pausa, luchando contra el nudo en su garganta. — Ella apenas recibió su espíritu lobo, todo esto es nuevo para ella, y no sé si esté preparada para enfrentar algo así, especialmente con una tormenta como esta.
— Pero tiene a Otto. — insistió Edur, como si las palabras