La luna llena brillaba en el cielo, proyectando una luz plateada sobre el bosque nocturno, mientras la loba pelirroja con tonos cobrizos y blancos, corría con gracia por el sendero forestal, su cola ondeando detrás de ella y su pelaje rojizo brillaba en la oscuridad, como si estuviera iluminado por una llama interna, sus patas se enterraban en el suelo húmedo, disfrutando de esa sensación por primera vez, al fin Alana no solo tenía a su loba, sino que se había transformado, su emoción era tal que no se había percatado que tres lobos negros, la seguían de cerca, los trillizos, Osiel, Edur y Otto, la asechaban, sus patas silenciosas se movían sobre las hojarasca y el musgo, sus ojos amarillos brillaban en la oscuridad, fijos en la figura de Alana, jamás habían observado una loba como esa, su pelaje, su figura, toda Alana era única, sin lugar a dudas, ella brillaba con luz propia, como si fuese fuego corriendo por el bosque, mientras los hermanos Alphas, eran sombras en la noche, ya que su pelaje negro parecía absorber la luz de la luna, haciéndolos casi invisibles entre las sombras.
Pensaron que estaban haciendo bien su trabajo, solo la seguirían a la distancia, cuidando que ningún otro macho, pensara que tendría una oportunidad con su destinada, una para los tres y aun se preguntaban como lo harían, pero Alana tenía buena audición, ahora, al fin tenía a su espíritu animal, ahora ya no era la estúpida anormal inútil de la manada y cuando se dio cuenta de que los tres hermanos la habían seguido, se detuvo bruscamente, su pelaje se encrespo, y al girar los miró con una mezcla de miedo y rechazo en sus ojos, su desprecio era tan claro que, Otto, Osiel y Edur se detuvieron, la desesperación afloro en sus rostros, como también la determinación, no la perderían, no la dejarían escapar, sus intenciones estaban claras en sus rostros lobunos, pero Alana no estaba interesada, y ellos lo sabían muy bien, antes la despreciaron, antes la rompieron, ya no más se dijo la loba y con un gruñido, se dio la vuelta y salió corriendo en dirección opuesta, alejándose de los tres Alphas.
Y fue cuando la persecución se convirtió en una carrera desesperada, los tres hermanos corrieron con todas sus fuerzas, sus patas golpeando el suelo con fuerza y aunque Alana corría con una velocidad sorprendente, su pelaje rojizo brillando en la oscuridad no le permitió el perderlos, aunque los árboles parecían pasar volando a su lado, y el viento rugía en sus oídos. Otto, Osiel y Edur estaban decididos a atraparla, y Alana parecía estar corriendo por su vida.
La distancia entre ellos se reducía con cada paso, y los tres hermanos podían sentir el olor de Alana cada vez más cerca, la humana podía rechazarlos, pero la loba aun no sabía que hacer, y eso les daba una mínima de esperanza, sus corazones latían con fuerza, y sus pulmones ardían por el esfuerzo, pero no se detendrían hasta que la hubieran alcanzado, porque Alana era su destinada, y no permitirían que se les escapara.
La persecución finalmente llegó a su fin cuando los tres hermanos Alphas alcanzaron a Alana, Otto, con un movimiento rápido y preciso, mordió una de las patas delanteras de la joven loba, sujetándola con fuerza, mientras Edur, por su parte, se lanzó hacia la pata trasera de Alana, mordiéndola con igual fuerza, inmovilizándola, y aun así Alana gruñó y se debatió, lucho por liberarse, tratando de morder aunque sea a uno de los dos que la habían atrapado, pero los dos hermanos la sujetaban con firmeza y fue cuando Osiel, el más dominante de los tres, se acercó a Alana y la miró a los ojos, su mirada intensa y dominante, pero a la vez comprensiva, porque sabía muy bien lo que habían hecho, como también sabía lo mucho que le costaría conseguir el perdón de su luna, por lo que decidido a tratar de hacer borrón y cuenta nueva, con un movimiento suave pero firme, mordió el cuello de Alana, sometiéndola.
Alana finalmente se rindió, su cuerpo tenso y su respiración agitada, mientras veía a los tres hermanos Alphas que ahora la rodearon, sus ojos fijos en ella, y su lenguaje corporal indicaba que la habían sometido, habían ganado, la reclamarían como suya, allí bajo la luna llena que brillaba sobre ellos, iluminando la escena con una luz plateada.
En ese momento, la faceta animal de los lobos se hacía evidente. La lucha por la dominación había terminado, y los tres hermanos Alphas habían salido victoriosos. Alana, la loba pelirroja, se había sometido a su voluntad, y ahora estaba bajo su control.
La escena era intensa y primitiva, con los lobos mostrando su naturaleza salvaje y dominante. La sumisión de Alana era un acto instintivo, y los tres hermanos Alphas la tomaban como su luna. La dinámica entre ellos era clara: los Alphas mandaban, y Alana se sometía, o eso es lo que creían, porque si, la loba podía ser que se diera por vencida, pero ella también era humana, misma que habían despreciado y humillado, y aunque Alana no sabia manejar el cambio, solo deseo ser humana una vez más, porque de ninguna manera se aparearía con ellos, ni como animales, ni como humana, pero si regresaba a su ser razonante, quizás, tendría una oportunidad.
—Diosa. — se quejó la joven cuando de pronto dejo de ser loba y regreso a ser humana, pasando por alto, las mordidas que su cuerpo animal había sufrido, que tardaría mucho mas en curarse si era humana. — Maldición. — llorisqueo al ver sangrar su brazo derecho, pierna izquierda y sentir la sangre caer por su clavícula.
— Maldición Alana. — la voz molesta de Osiel la hizo cubrirse y verlo con miedo, porque malditamente ellos eran los futuros reyes, ellos podían hacer lo que quisieran con ella.
— Ven aquí pequeña, deja que te ayude. — Edur hablaba con miel en sus labios y Alana solo lo vio con desconfianza.
— Déjenme, yo puedo sola, siempre pude. — escupió con acides, pero es que le era imposible mantenerse callada.
— Alana. — Otto hablaba con paciencia, la misma con la que entrenaba a los cachorros en la manada. — No eres tú la que habla es tu loba. — trato de explicar y cuando Alana lo vio dar un paso al frente, trato de ponerse de pie, pero no pudo.
— Suficiente, si te comportas como un cachorro, se te tratara como uno. — Osiel dio una zancada y la tomo en brazos, provocando que la joven lo viera con miedo, algo que no le agrado al mayor.
— No te haremos nada de lo que crees Alana. — refuto apretando los dientes, al verla cubrir sus pechos.
— Eso no parecía hace un momento. — ¿Por qué no podía hacer silencio? Tal vez Otto tenía razón, y era su espíritu lobo hablando por ella.
— Hace un momento tu loba nos estaba coqueteando. — murmuro cerca de su oído Otto y de forma inconsciente Alana se pego al pecho de Osiel, quien sonrió con agrado.
— Eso… — no podía negarlo, había cierto frenesí en esa persecución, y algún tipo de orgullo en que los Alphas perdieran la cordura y la mordieran, porque malditamente ella los había llevado a eso, pero jamás lo admitiría. — Eso no es lo que yo deseaba. — termino susurrando, notando como ninguno de ellos veía su cuerpo desnudo, y tratando de no ver más a bajo que el rostro de esos tres bastardos.
— Lo sabemos. — dijo no muy contento Edur.
— Claro que deberían saberlo, ya se los dije. — rebatió, mientras trataba de alejarse de Osiel, pues lo estaba manchando de sangre.
— Quieta. — dijo el mayor y Alana lo obedeció, era uno de los próximos reyes después de todo.
— No funcionamos así Alana. — la voz de Otto la hizo verlo. — Tu lado humano puede decir una cosa, tu lado animal otra, pero al final del día, solo uno ganara.
Bien, ahora Alana no estaba tan contenta de tener a su loba.