¿Qué sucede si siempre estuvimos equivocados acerca del lobo feroz? ¿Qué tal que los enemigos sean quienes menos te imaginas? ¿Amarías a la "bestia" cambia formas? O... ¿Te unirías al cazador para cazarlo? En las afueras del pueblo; allí, en el bosque adornado de densas nieblas y árboles frondosos, acompañados por arbustos y plantas enredaderas, el peligro acechaba y el temor de ser cazados por el lobo feroz mantenía a los pueblerinos alejados de aquel tenebroso lugar. ¿Qué le sucederá a la nueva habitante cuando se vea en medio de este y frente a frente a la temida bestia?
Leer másAliana
Érase una vez, en una pequeña aldea que estaba rodeada de grandes montañas; allí había una casa de madera, donde vivía una niña a quien le gustaba jugar en el bosque con los animalitos. Dado que ella siempre usaba una capa de color carmesí, todos la llamaban «Caperucita roja» ...
Dejo de escribir cuando el tren avisa mi estación, la última, por cierto, entonces cierro la libreta y la guardo dentro de mi mochila junto al lápiz que estaba utilizando. Una vez estoy lista para salir, agarro el asa de mi maleta con la intención de arrastrarla hacia la salida; sin embargo, el choque brusco de parte de algún distraído me hace tambalear.
—Perdón —dice la persona que me ha chocado y maltratado el hombro en el acto. Trato de no gruñir por el dolor causado por el golpe y me limito a asentir con la cabeza—. ¿Cómo te llamas? —inquiere él, como si pararnos en medio del pasillo a conversar fuera una buena idea; pero como no lo es, decido ignorarlo y salir.
Una vez que el sol me acaricia la piel y que yo respiro del alivio al verme en tierra firme, le presto atención al extraño que ahora se encuentra frente a mí, observándome como si esperara mi respuesta.
—Caperucita roja —respondo en broma y sin reparo. La cara del tipo es un poema, mas supongo que debe haber entendido que me molesta que me haya abordado, después de que me atropellara con su monumental figura.
—Entonces yo soy el cazador, Caperucita roja —me devuelve la broma con una sonrisa ladina—. Prometo que te protegeré del lobo feroz. —Extiende su mano en mi dirección; por mi parte, accedo a su saludo para que me deje en paz; no obstante, al girarme, su penetrante mirada me causa escalofríos—. Estaré pendiente y no dejaré que él te engañe de nuevo —susurra lo último con voz misteriosa.
—¿Perdón? —Lo encaro de mal humor porque su bromita me ha molestado.
—Me refiero al lobo. Si él no te engaña, no tienes porqué pasar el mal rato y yo no tendría que ir a cazarlo. Aunque…, acabar con esa bestia sería un placer.
Me quedo helada en mi lugar debido a las incoherencias que habla este sujeto.
No sé si se deba a que este hombre raro tiene cara de psicópata o a que sus frases sin sentidos me parecen turbias, pero por alguna extraña razón, su tonta broma me molesta y me provoca un extraño nerviosismo.
Miro al sujeto a los ojos para encontrarme con una mirada seria y sugerente, como si lo que me estuviese diciendo fuera real y no un tonto juego.
«Fantaseas mucho, Aliana».
—Pues todos los pueblerinos le estarán eternamente agradecidos, señor cazador. —Decido seguirle el juego para relajar el ambiente y para que mi pronta despedida no se sienta descortés.
—Te invito el almuerzo, Caperucita. —Bueno, al parecer no será fácil deshacerme de este lunático—. Viajamos desde esta mañana hasta el fin del mundo y sólo nos dieron un par de pancitos con agua saborizada. Disculpa si sueno atrevido, pero me parece que una buena comida te quitará el mal humor —añade con una sonrisa airosa que me irrita.
Miro al extraño con incredulidad. ¿Es posible ser más atrevido? Aunque un almuerzo gratis no me caería mal, dadas mis circunstancias económicas. Creo que solo por esta vez podría soportar a un pedante. Es mejor escuchar boberías con el estómago lleno a estar tranquila, pero con hambre.
Con esta conclusión masoquista, acepto la invitación de este raro y enorme hombre.
Muy a pesar de lo que creí, platicar en el restaurante con el bromista sin gracia, lejos de ser una tortura, me ha divertido. Podría decir que la he pasado bien con todo lo que hemos conversado.
—Entonces eres detective... —balbuceo, antes de meter el tenedor en mi boca. Tenía mucho tiempo que no comía este tipo de alimento delicioso; por lo tanto, disfruto cada bocado como si temiera que el contenido de mi plato se fuera a terminar.
—Así es. Estoy aquí para investigar algunos casos de asesinatos violentos, que se han registrado con más frecuencia en estos últimos meses.
—¿Con más frecuencia? —inquiero, una vez me trago la carne que mastiqué de más.
—Sí, mi caperucita. —Me guiña un ojo—. Siempre se han registrado muertes en el temido bosque del pueblo Hadima, con la creencia de que hay lobos en esos terrenos. Sin embargo, las muertes no eran muy comunes y, dado que este pueblo está olvidado por la civilización y las autoridades, aquellos casos quedaron impunes. Pero en estos últimos meses, se han registrado más de diez casos de personas desaparecidas, de quienes encuentran los restos en la entrada del bosque.
Me ahogo con mi propio bocado. Los vellos se me erizan, gracias al miedo que me invade el cuerpo. Mi suerte no puede ser peor, justo cuando decido empezar de nuevo en este pueblo de mala muerte y que ni siquiera figura en el mapa, suceden estas cosas.
Lo peor de todo es que mi casa que queda al final del pueblo y cerca del bosque del demonio ese. Podría regresar a la ciudad; sin embargo, no tengo dinero para volver ni un lugar a dónde refugiarme.
Las palabras del detective se repiten en mi cabeza, una y otra vez. No puedo estar tan salada. ¿Cómo viviré allí sola y a merced de un asesino?
—¿Estás bien? —inquiere el detective con remordimiento—. Te pusiste pálida de repente. Disculpa que te haya contado esas cosas; tú acabas de mudarte aquí y ya te estoy asustando. Comoquiera no hay razón para preocuparte, ya que los casos de muerte que se han registrado se tratan de personas que viven cerca del bosque.
Muy bien, creo que me voy a desmayar en cualquier momento.
—Yo... —Trato de mantener la compostura—. Yo viviré a las afueras del pueblo; es más, mi casa es la última y el patio termina en la entrada del bosque. —Trago saliva al imaginarme los restos de cadáveres adornando mi jardín.
—Ya veo... —La mirada de John cambia a una que me causa escalofríos—. Eso quiere decir que eres hija de Victoria. Entonces no hice mal en nombrarte como lo hice, ya que tú eres la pequeña a quien todos le llamaban caperucita roja, más de quince años atrás.
Un mes después...Estoy tan débil...Ya nada de lo que hacen los médicos evita los malestares. Estoy muriendo. Ha transcurrido un mes desde mi última conversación con Arel y no he sabido más acerca de él. Temo tanto que no lo logre.«Aliana...»¿Arel?Su voz suena como un susurro; busco con la mirada, pero no veo nada. ¿Acaso lo imaginé?Me remuevo sobre el colchón con inquietud, frustrada porque el malestar me gana.«Aliana, no podré mostrarme a ti porque usaré todo mi poder para transportar el objeto. Puesto que mi poder activa el de la piedra, podrás ver una pequeña luz en alguna parte de tu cuerpo si buscas bien; será tan sutil que tendrás que estar atenta, entonces tomarás la daga y la sacarás, después agarrarás la piedra en tus manos y la vas a apretar usando tu poder omorfiano. Sé que está bloqueado por el veneno, pero la piedra despertará un poco de este. Así dejarás de estar atrapada en dos dimensiones y regresarás».Asiento, confiada en su instrucción. Estoy tan débil que no
Suelto un largo suspiro mientras observo el ocaso, disfruto esta soledad sobre un risco que me da vista de la infinidad del bosque de Hadima.Necesitaba este escape porque siento que me ahogo en la manada.Todos tratan de ser comprensivos conmigo y hacen su mayor esfuerzo para hacerme sentir mejor, pero lo único que logran es hostigarme.—¡Aquí estás!Aprieto mi cabello cuando escucho la voz medio chillona de mi hermana, que martilla en mis oídos de forma insoportable.—Quiero estar solo —sentencio.—Ya has estado solo por mucho tiempo. Necesitas la dulce compañía de tu hermosa hermanita.Pongo los ojos en blanco.—No es para tanto… ¡Si sólo salí de la manada por media hora! ¡Déjame en paz!—Estamos de mal humor hoy. —Dave se sienta a mi lado. ¿En qué momento se unió a nosotros?—Él siempre está de mal humor. Se ha vuelto insoportable desde que... —Anahit se tapa la boca antes de terminar eso que sabe que me hará daño; sin embargo, ya el dolor empieza a ahogarme y las lágrimas provocan
ArelLa rabia que me inunda en estos momentos nubla mi razón, a tal punto que no soy dueño de mis actos. Salto encima de esa loca, no sé en qué momento me he transformado de nuevo, ya que lo único que quiero es que pague por hacerle daño a ella.Mi amada mate y Turug...Los gritos de Violet ponen a los demás en alerta; tanto licántropos como omorfianos se yerguen en posición de defensa, esperando cualquier movimiento amenazante para darse a la batalla.¡Me importa un comino!Ella trata de usar su poder en mi contra, pero la energía de mis genes omorfianos es un escudo protector a su veneno.Es lo que intentó hacer con Aliana, envenenarla con su habilidad. Retrocedo cuando su veneno quema mi protección y utilizo más poder para enmendar mi escudo. Ella se me lanza encima y me ataca con un aguijón del mismo color de su cabello, tira ataques a diestra y siniestra, haciéndome retroceder mientras le enseño mis colmillos.Estoy cansado de esto, por lo que me dispongo a terminar con ella de u
Estoy pasmada. ¿Por qué dicen que soy hija de esa bestia? Recuerdo que él me tocaba de forma inapropiada, un padre nunca tocaría así a una hija de esa manera; él..., no…, eso no es posible. Ignoro las tonterías de esos dos porque no me importan sus especulaciones; nunca aceptaría a ese monstruo como mi padre, aunque si John lo fuese me hubiese convertido en lo mismo que él, ¿cierto?De repente visualizo a Arel sobre el suelo casi inconsciente. La rabia hierve dentro de mí, la necesidad de derramar sangre se torna incontrolable. Corro en dirección a esas bestias asquerosas, quienes se han erguido frente a mí.—¡No le hagas daño! ¡Ella es mía! —grita ese ser despreciable a quien tanto odio. Quiero despedazarlo, necesito acabar con su existencia.Me le lanzo encima y lo ataco en el cuello, mordiendo hasta que el sabor a azufre inunda mi paladar. Siento cosquilleos por toda mi piel, mi corazón late muy rápido y entro en un trance que me hace sentir extasiada. La adrenalina me pone eufóric
CuentistaÉrase una vez, una comunidad llamada Évrima. Esa era la comunidad de los omorfianos y estaba dividida en villas.La villa de rosas rojas y oro era una de las más poderosa y perteneciente a la élite. Era gobernada por reinas, puesto que el poder se les concedía a las mujeres. Las gobernadoras se escogían de manera diferente a los humanos puros y otras comunidades, ellas eran nombradas princesas desde niñas, usando una capa roja como símbolo de su selección.Un día, una princesa salió fuera de la villa; llevaba su capa roja y la respectiva canasta con las que aquellas princesas siempre cargaban, puesto que eran utilizadas para recolectar flores y hojas, o cualquier tesoro que la naturaleza les diera en el camino.En la soledad del bosque, un hombre lobo atacó a la princesa, dejando sobre el suelo los restos de su cuerpo y las manchas de sangre. Desde ese acontecimiento, los omorfianos se declararon enemigos de los hombres lobos y evitaban salir en noche de luna llena para no s
Dejo que las lágrimas broten con libertad y que los recuerdos suprimidos salgan a flote. Necesito saber la verdad, debo recuperar mi vida.Pienso en los eventos extraños que he experimentado en este pueblo y junto a Arel. Creo entender todo. Sí, por eso Arel me invitó a salir la primera vez; de alguna forma que desconozco, supo que la bestia aparecería por los alrededores. Por eso me retuvo en el teatro.Arel, siempre estuviste cerca, velando por mí.De momento siento que algo dentro de mí se rompe. Mi pecho arde y duele. Entonces los recuerdos empiezan a cobrar sentido. El día que fui a ver a mi madrina, él me asustó a propósito para que huyera y no fuera a su encuentro. Él solo quería evitar que ella me hiciera daño.Miro la canasta por inercia y recuerdo la última conversación que tuve con ella y con John.Es una trampa.Ella volvió a jugar con mi mente para que hacerme traicionar a Arel. No dejaré que...—Estás encajando las piezas, mi caperucita —Miro a Arel con terror. El pastel
Último capítulo