La llegada de Federico al extranjero fue discreta, sin grandes aspavientos, hasta que los medios comenzaron a hacerse eco. Multimillonario, poderoso, con semejante atractivo y solo, eso era algo que a la prensa le pasara desapercibido.
Habían pasado varios días desde su partida, y la única noticia que tenía de su esposa era que ella se había ido a la casa de sus tíos, información que le había llegado a través de Víctor.
—Así que decidió abandonar nuestro hogar. Qué rápido se está deshaciendo de nuestra relación —murmuró, furioso.
De ella, ni un solo mensaje. El orgullo y el despecho lo invadían con tal fuerza que apenas se contenía para no destrozarlo todo. Como siempre hacía, se embriagaba para calmar el torbellino de sentimientos que él mismo había creado.
—Si no me escribe, tampoco lo haré yo. Estoy cansado de estar detrás de ella —pensó, buscando consuelo en su propio resentimiento.
A fuerza de estos pensamientos cargados de orgullo y despecho, lograba sobrevivir el día a día sin L