Mi motocicleta iba a toda velocidad, tenía el primer lugar, faltaba poco para llegar a la meta y bailar por otra victoria mas. Las calles por donde se realizaban eran oscuras, las únicas luz que nos acompañaba eran la de nosotros mismos. Siempre nos prevenimos antes de subir y competir, casos, rodilleras y coderas. Era la mejor protección.
Sebastián y papá me apoyaban, por un micrófono que traía en mi oído, me indican cuánto faltaba y cual eran los movimientos que tenía que hacer.—Ya veo la meta Sebastián —digo con alegría y no recibo respuesta de su parte— ¡Sebastián, Sebastián!— exclamó y solo escucho un sollozo.—Liza—solloza—Lo siento mucho.—¿Que pasa Sebastián? ¡Ya me falta poco llegar!— exclamo.—El esta muerto— mi cuerpo se tensa.—Sebastián, si es otra de tus bromas no es para nada graciosa— apretó los dientes cuando habla papá. La meta está muy cerca.—El murió Eliza— habla papá y aceleró.—¿Quien mur