Se hicieron las presentaciones de rigor, y pasaron al salón a tomar un aperitivo.
Romma observaba a todos y mantenía una actitud serena mientras iba conociendo a los demás. Y de todo el grupo, sólo le parecieron soportables Lorenzo y Francesca, la tía, que había sido muy amable y la recibió con mucho agrado. Un rato después, la atrajo hacia una parte del salón donde no estaba nadie más y le habló.
—Me alegra sinceramente que Sandro por fin haya encontrado alguien que le haga sentar cabeza. Pensé que papá no iba a llegar a verlo. Supongo que tu trabajo te costó.
—No realmente, Sandro y yo, sentimos lo mismo desde el primer momento, y al comenzar a salir, todo fluyó tan espontáneamente que fuimos los primeros sorprendidos al darnos cuenta de que deseábamos pasar nuestra vida juntos. Y aquí estamos. — se volvió a mirar a Sandro y sonrió levemente. Vio a Analía conversar con Franco y su madre los escuchaba atentamente.
Un momento después se acercaron a donde Lorenzo, Sandro y Francisc