Capítulo 20

Habían pasado sólo tres días desde la noticia de Analía y Lorenzo no había llamado a su nieto aún. Eso no era nada típico en la actitud de su abuelo, pensó Sandro mientras iba en el asiento trasero del auto, con su chofer al volante. Revisaba unos documentos cuando sonó su móvil y al sacarlo de su bolsillo, vió que era su abuelo.

—Buen día, abuelo. ¿Cómo vas?

—En mi oficina, ahora mismo o antes si es posible.

—Nada me gustaría más, abuelo, pero voy en camino a una junta importante. Nos vemos a mediodía para comer, pediremos algo mejor que tu habitual pedazo de cartón.

—Te espero. —y colgó.

A Sandro no le extrañó nada la forma de comunicarse, siempre les hablaba a todos así. Sus órdenes debían cumplirse sin chistar.

Mientras tanto, Romma se aproximaba a la oficina de Leo cuando la puerta se abrió y quedó frente a frente con Analía que salía y sintió como su estómago daba una vuelta.

—Nos encontramos de nuevo, costurerita. No te pongas cómoda, porque vas a salir de aquí como lo harás de
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