31. Desnudo
No recuerdo haberme aprendido el camino que me llevaba a casa de los Ferria, pero no me fue complicado llegar a su urbanización llena de casas resplandecientes. Todo muy distinto a la mansión recóndita de mi padre, pero claro, ellos no intentaban esconder a sus hijos en sus casa. Mientras a los chicos Ferria los llevaban a Disney a conocer a sus príncipes favoritos a mí me hacían cocinarle a mi padre sin tener ni idea de lo que hacía en la cocina.
Estaciones frente a la única casa con las luces encendidas, recordaba aquel jardín lleno de calas y rosas. Me gire hacia Gaia quien pese a la hora no se le veía rastros de sueño.
-¿Sabes quienes viven aquí?
Miro a su alrededor. Sus ojos se abrieron con sorpresa.
-La casa de los papas de mi tío.
-Tus abuelos, cariño.
Ella asintió. No la obligaría a llamarlos por un título que ellos no se merecían. Habían pasado de mi hija como si no existiera.
Me baje y la ayude a ella. La tome de la mano y caminamos hasta que una figura alta y musculos