Mundo ficciónIniciar sesiónCapítulo 41: Celebraciones y piel
La tarde caía tibia sobre el jardín, como una manta de sol que abrazaba sin quemar. El aire olía a jazmín, lavanda y a tierra húmeda. Alejandra sostenía a su hijo en brazos, mientras las risas suaves y las charlas cruzadas llenaban la pequeña reunión con una alegría genuina, esa que nace cuando el alma por fin encuentra un respiro.
La mesa estaba decorada con flores silvestres, pan recién horneado, vino tinto y platos caseros. Sebastián, viejo amigo de Matías, había traído una botella especial. Marina, la vecina, se encargó del postre. Vanesa… no fue invitada. Alejandra no lo explicó. No necesitaba hacerlo. Matías simplemente lo entendió.
—Se ve feliz —comentó Sebastián, acercándose a Matías mientras lo observaban a cierta distancia.
—Lo está







