Capítulo 23: Cara a cara
El cielo de Londres estaba cubierto de nubes bajas, del mismo gris que los pensamientos que pesaban en la cabeza de Alejandra mientras salía de la consulta médica.
 El bebé estaba bien. Su corazón palpitaba fuerte, firme, como un tambor lleno de vida.
 Cada vez que lo escuchaba, Alejandra sentía que el suyo se desbordaba de amor.
 Pero también de un miedo agudo, profundo, que no lograba espantar ni con las mejores noticias.
Aquel bebé lo cambiaba todo. Le daba sentido a lo que antes parecía una vida rota.
 Pero también la volvía vulnerable.
 Más que nunca.
Con una mano en el vientre, se dirigió al café de siempre. Ese rincón cálido donde el aroma a pan recién horneado y el chocolate caliente parecían protegerla del frío de la ciudad y de las decisiones imposibles.
 Pensaba en un pastelito de manzana o quizás un muffin. Algo dulce. Algo que le recordara que había belleza en lo simple.
Abrió la puerta con esa expectativa ligera… y se congeló.
Él estaba ahí.
 Sen