"Un beso cambió el destino de Emir y Ana. La gitana predijo que Emir encontraría a su alma gemela, y cuando la encontró, no pudo resistirse. Pero Ana se arrepintió de ese beso y salió corriendo. El destino jugó un papel cruel y Ana sufrió un accidente que le hizo perder la memoria. Emir vio la oportunidad perfecta para hacerle creer que eran pareja, y Ana se enamoró cada vez más de él. Pero ¿qué sucederá cuando Ana recupere la memoria? ¿Podrá Emir confesar la verdad y convencerla de su amor verdadero? ¿O la mentira se convertirá en una barrera insuperable para su amor? Descubre el juego del destino y la pasión en esta historia de amor y CEO."
Leer másHace tres años
Emir Mientras mi padre cortaba su jugoso filete, no pudo evitar preguntarme: — ¿Ya han fijado la fecha de la boda?— Suspiré, mi humor no era el mejor en esos días. — Aún no padre— mi respuesta fue seca. Aria, mi prometida, me había estado evitando con excusas poco convincentes, como el clásico "no tengo tiempo" que cualquiera puede usar. Me sentía confundido y preocupado. ¿Cómo era posible que Aria, una chica de veintitrés años sin muchas responsabilidades aparentes, estuviera tan ocupada? La incertidumbre comenzó a pesar sobre mí, haciéndome preguntar qué podría estar pasando por la mente de Aria. ¿Había algún problema en nuestra relación que no habíamos abordado? ¿Existía algún conflicto interno que ella no quisiera compartir? Estas preguntas daban vueltas en mi cabeza, dejándome aún más confundido. Convencido de la importancia de la comunicación abierta y honesta, decidí iniciar una conversación sincera con Aria. Quería comprender mejor su perspectiva y descubrir qué estaba sucediendo en su vida. Sabía que era crucial escuchar con empatía y sin juzgar para descubrir la raíz de su evasión. Al mismo tiempo, comprendía la importancia de expresar claramente mis propias preocupaciones y sentimientos. Era fundamental que ambos tuviéramos la oportunidad de compartir y abordar cualquier problema o malentendido que pudiera existir entre nosotros. Consciente de la importancia de mantener la armonía en nuestra relación, me preparé para una conversación tranquila y respetuosa. Buscaba la comprensión y el apoyo emocional mutuo, los pilares fundamentales para una relación sólida. Me detuve por un momento, mis cubiertos descansaban sobre la mesa. Las palabras de mi padre resonaban en mi mente mientras sentía que mi apetito desaparecía. — Sabes hijo, cada día que pasa me hago más viejo al igual que tú y tu madre — me dijo. Suspiré y respondí con un tono reflexivo, tratando de expresar mi sentir sin generar confrontación: —Lo sé, padre, solo no presiones las cosas. Sentía que el peso se acumulaba, primero con Aria y ahora con mi padre. Mi dolor de cabeza se intensificaba, necesitaba un momento de paz. Decidí levantarme de la mesa, dejando atrás mi apetito inconcluso. Mis pasos me llevaron a mi habitación, donde esperaba encontrar un poco de calma. Mi maleta estaba lista, una señal de que buscaba un respiro, un espacio donde poder encontrar algo de sosiego y claridad. Hace unos meses, mi padre, Irán, tomó la decisión de dejarme a cargo de todos los negocios familiares, argumentando que cuando me casara él tendría más tiempo para mis futuros hijos. Pero, irónicamente, siento que quien realmente no tendrá mucho tiempo para ellos seré yo. Me encuentro recostado en mi cama, con la mente llena de un solo nombre: Aria. Es más que evidente que estoy profundamente enamorado de ella. Cada vez que pienso en Aria, mi corazón se acelera y mis sentimientos se desbordan en una mezcla de emoción y alegría. Mi mano instintivamente busca mi celular en el bolsillo, anhelando poder comunicarme con mi prometida. Pero para mi sorpresa, solo obtengo el tono interminable del buzón de voz. — ¡Por los circuitos integrados! ¿Por qué demonios no contesta?— exclamó frustrado mientras me dejaba caer en la cama. La incertidumbre empieza a invadir mi mente, imaginando todo tipo de posibilidades sobre qué podría estar pasando. Suspiro profundamente, intentando encontrar algo de tranquilidad en medio de la frustración. Siento una mezcla de impaciencia y preocupación corriendo por mis circuitos. "No tengo tiempo ahora, tengo mucha tarea" Después de leer los mensajes de Aria, una sensación de decepción se apoderó de mí. Me pregunté qué había sucedido para que ella se alejara tanto en los últimos tiempos. Me esforcé por comprender que tenía muchas tareas y que su enfoque estaba en sus estudios, pero me resultaba difícil aceptar la falta de comunicación y la distancia entre nosotros. Hace ocho años, conocí a una joven encantadora llamada Aria. Desde el momento en que la vi, supe que había algo especial en ella. Aria se convirtió en mi motivo de alegría y mi inspiración constante. A lo largo de los años,ella ha trabajado arduamente para conquistar mi corazón, y no fue un secreto para nadie que lo logró con éxito. Nuestra relación creció y se fortaleció con el tiempo, y después de ocho maravillosos años de noviazgo, Aria y yo finalmente dimos el paso de comprometernos. Aria proviene de una familia cálida y amorosa. Aunque no tienen la misma posición económica en la que nací. Su padre ha trabajado duro y ha brindado una vida estable para su familia, y eso es algo que admiro profundamente. La tenue luz del sol que se filtraba por la ventana indicaba que la noche estaba llegando a su fin. Me preparé para dormir, consciente de que mañana sería otro día lleno de desafíos y preocupaciones. ***** El sonido estridente de la alarma me sacó abruptamente de mis sueños. Me apresuré, sabía que tenía que tomar mi vuelo. Mientras me abrochaba el reloj, mis ojos se posaron en la mesita de noche, donde mi teléfono esperaba con la esperanza de un mensaje de mi prometida. Con anhelo revisé la pantalla, buscando desesperadamente alguna señal de vida de Aria. Sin embargo, una oleada de decepciones me invadió al darme cuenta de que no había ningún mensaje de ella. Una sensación de vacío se apoderó de mí, aumentando mis preocupaciones sobre el estado de nuestra relación. Aunque me sentí desalentado, me esforcé por no permitir que la tristeza me dominará. Sabía que tenía un vuelo importante que tomar y necesitaba mantenerme enfocado en el día que me esperaba. Con determinación, seguí adelante con los preparativos. A veces me siento ridículo por seguir esperando lo mejor de las personas, especialmente de ella. Parece que aún no he aprendido la lección a pesar de todo. Resoplo para mí mismo, sintiendo la frustración y la decepción invadir mi ser. A pesar de todo, decidí seguir adelante con mis tareas, tratando de agilizar todo lo que tenía por hacer. Quería preparar algo especial, una sorpresa para ella. Pensé que tal vez, en medio de mis esfuerzos, podría encontrar una forma de reavivar nuestra conexión y traer algo de luz a nuestra relación. Sin embargo, lo que no sabía en ese momento era que el destino tenía preparada una sorpresa para mí.este cambio lo he echo, por qué me han estado enseñándo una que otras reglas que tengo que seguir entenderé si este no es así estiló de narrativa preferida. posiblemente esté capítulo tenga cambios pero es el primer borrador que tengo. Capitulo 3 Entre los brazos de Arthur descansaba ese pequeño ser, aquel con tan solo minutos de vida, tan frágil, tan hermoso, un verdadero milagro. Sus manitas diminutas, su rostro tan perfecto, casi etéreo. Todo en él parecía estar hecho de ternura y fragilidad. Mientras Arthur lo sostenía con suavidad, se podía ver una sonrisa en su rostro, una sonrisa que denotaba una felicidad inmensa, una alegría profunda que emanaba desde su pecho. Sin embargo, algo en el ambiente, en la forma en que se desenvolvía todo, seguía incomodando a la mujer que los observaba. Sin duda, Arthur sería un buen padre. Esa sonrisa franca y llena de amor hacia el bebé no dejaba espacio a dudas. A pesar de eso, en lo profundo de su ser, algo persistía en ella. Era un pensam
Ana —¿No has sabido nada de él? —preguntó Laura, dejando el tazón en la mesa, observándome con una expresión preocupada.—¡Nada! —respondí, desanimada, con la voz quebrada. —Temo que me odie para el resto de nuestras vidas.—Descuida, él te ama, solo dale tiempo para entender lo que está pasando en su cabeza —dijo Laura con una seguridad que me sorprendió. Ella siempre sabía qué decir, siempre encontraba el consuelo perfecto.Desde que regresé, me he quedado con Laura. Aunque parecía que vivía de ella, no era así. He estado buscando trabajo, pero... es difícil. La Ana con estudios ya no existe, y esa versión de mí está perdida, enterrada bajo todo lo que sucedió. No he logrado conseguir algo en el área que me gustaría. —¿Y... del otro? —Laura se mostró cautelosa, cuidando las palabras como si temiera que tocar un tema delicado.—Ni siquiera lo menciones —respondí, molesta, intentando controlar mi rabia. —Solo me arruinó la vida.*****Llevaba toda la tarde vagando por la casa sin sa
AnaLa puerta se abrió y él emergió de ella. Apenas un segundo, un respiro, y ahí estaba, con los ojos desbordados de sorpresa.Sin pensarlo, extendió los brazos y, antes de que pudiera reaccionar, me abrazó.Mi cuerpo se quedó rígido, tieso, como si no supiera cómo responder. No pude moverme, no pude hacer nada. Los recuerdos de todo lo que compartimos estaban presentes, pero la sensación que me invadía ahora me hacía darme cuenta de que algo había cambiado. No era él, no, era yo la que había cambiado.Arthur respiró cerca de mi cuello, soltando un suspiro de alivio, como si pensara que este era el reencuentro que tanto había esperado. Pero no era así, no para mí. Y me dolió. Me dolió tanto que no supe si debía apartarme o quedarme allí, soportando su abrazo, que no pedí, pero que llegó como un golpe de revelación.—Ana... —susurró, su voz llena de emoción. Se apartó un poco para mirarme, sus ojos buscando una respuesta, pero yo no podía dársela. No podía decirle que todo estaba bien
Ahí estaba yo de nuevo, parada frente a esa puerta, pensando muy bien si tocar o no hacerlo. La mano que había levantado para golpearla temblaba ligeramente, y mis pensamientos eran un caos. ¿Realmente quería hacer esto? ¿No estaba siendo completamente irracional? Esperé.Esperé.Y esperé, hasta que, al final, me llené de valentía, esa misma valentía que, de alguna forma, me había traído hasta aquí en primer lugar.Toqué a su puerta, aquella por la que había entrado en incontables ocasiones. Cada vez, de forma tan natural, como si siempre hubiese tenido un lugar en su vida. Pero esta vez era diferente, algo había cambiado. No sabía cómo reaccionaría, ni siquiera sabía qué pensaría al verme. Estaba allí, parada, en medio de la incertidumbre. ¿Qué demonios estaba haciendo? Aún no lo entendía.La puerta se abrió lentamente, revelando a Laura, con su cabello desordenado y vestida aún con su pijama, esa que siempre usaba cuando se sentía más cómoda en casa. Era demasiado temprano, y yo h
Ana Escuché el leve sonido del cierre de la puerta y el clic de la cerradura, el cual me hizo despertar. Al levantar la vista, lo vi caminando hacia mí, con una expresión impaciente, triste y afligida.— ¿Emily?, ¿Cómo te encuentras? — Su voz sonaba preocupada, pero algo no encajaba.Lo miré detenidamente, y por un momento, esas palabras resonaron en mi mente, haciendo eco en mi conciencia.¿Emily? ¿Quién era ella? Ese no era mi nombre.De repente, un dolor punzante me invadió la cabeza, como si mil dagas afiladas estuvieran atravesándome desde el interior. Fue un golpe tan fuerte que me hizo cerrar los ojos con fuerza, mi cuerpo tenso bajo las sábanas, pero no podía escapar de la sensación de que todo se desmoronaba.Y luego, todo vino de golpe.Recuerdos, imágenes, voces. Todo lo que había estado olvidado comenzó a regresar como una avalancha, apoderándose de mi mente. Vi flashes de momentos que había olvidado, fragmentos de mi vida que parecían demasiado lejanos, como si fueran r
Emir Cuando llegué a la planta baja, mi madre charlaba animadamente con Aria. Verla de nuevo me irritó de inmediato. Me recordó la conversación que había tenido con Emily.— Aria, acompáñame al despacho — le dije, con un tono firme pero cortés.— ¡Hijo!, ¿Por qué siempre tienes que interrumpir? — preguntó mi madre, con una sonrisa.— Será un momento, luego podrán seguir con su plática — respondí, sin mirar a Aria.Aria se levantó de su asiento y me siguió al despacho. Me senté detrás del escritorio, con la intención de establecer una distancia clara entre nosotros. Aria se sentó en la silla frente a mí, con una sonrisa en su rostro.— ¿Dime? — preguntó, con una voz de desinteres.— No te quiero cerca de Emily — le dije, con un tono firme.Aria se rió.— Lo que me pides es casi imposible — dijo, jugando con la silla de madera. — Trabajamos en la misma empresa, en los mismos horarios y con el mismo jefe.Me incliné hacia adelante, con la intención de hacer que mi voz fuera más intensa.
Último capítulo