—¿Qué pasa? —pregunté, fingiendo curiosidad mientras me giraba hacia él.
—Todo esto me recuerda a mi primera esposa. —Comenzó, su tono bajó ligeramente mientras buscaba mis ojos con los suyos—. Aideen. Ella solía organizar cosas así, pequeñas tardes en casa, con comida sencilla y películas.
Mi corazón dio un vuelco al escuchar mi verdadero nombre en sus labios, pero me aseguré de no mostrar ninguna reacción. Era cierto, él sabía que ella era yo, por lo que, usaría todos los medios para ser el hombre que ella siempre quiso. Se equivocaba en el hecho de que yo ya no era la misma.
—¿En serio? —Indagué con suavidad, como si la mención de su esposa no me afectara.
—Sí. —Asintió, su mirada se perdió en algún punto del espacio—. A veces, cuando estoy contigo, siento que estoy con ella de nuevo. No sé si es tu forma de hablar, tu sonrisa o algo más, pero hay algo en ti que me la recuerda.
Quería gritarle que esa era precisamente la razón, que yo era Aideen, pero sabía que debía mantener mi fa