El cielo comenzaba a oscurecer cuando dejamos la villa Lancaster. El motor del auto resonaba en el silencio, acompañando mis pensamientos que no dejaban de dar vueltas en torno a lo que estaba por venir.
Miré por la ventana, observando cómo las luces de la ciudad empezaban a encenderse, creando destellos que parecían latir al compás de mi ansiedad. La salida de Rune de prisión era inminente, y con ella, un nuevo acto en esta complicada obra que había construido meticulosamente.
Acercarme al hombre que alguna vez amé, sonaba completamente ridículo para mí. Para alguien que juró no regresar por ese camino.
Arzhel conducía con una expresión seria, sus manos sujetaban al volante con firmeza, como si estuviera luchando por mantener la calma. Podía sentir su tensión desde donde estaba sentada, y sabía que no tardaría mucho en decir algo, después de todo, no lograba mantenerse callado durante un largo periodo de tiempo. Me preparé mentalmente para la conversación que se avecinaba, pero inclu