Clara había aprendido a no precipitarse. La última vez que enfrentó a Mateo directamente, él encontró la manera de evadir sus preguntas con medias verdades y gestos cargados de culpa. Esta vez sería diferente. Ella no podía permitirse más incertidumbre, ni por Melina, ni por ella misma.
Tras un par de días de silencio incómodo, Clara comenzó a actuar como si todo estuviera volviendo a la normalidad. Aunque por dentro la carcomía, la duda, se obligó a sonreír, a conversar de temas triviales, incluso a cuidar a Mateo con la atención de siempre. Si él notaba algo extraño, no lo mostró.Esa noche, mientras Mateo dormía profundamente, Clara revisó de nuevo su celular. Sabía que él estaba ocultando algo importante, pero necesitaba más tiempo para descifrar qué era. Entre las alarmas de su intuición, record&