Capítulo 138. La semilla de la duda.
Francesco bajó del auto, la brisa de la ciudad apenas acariciando su rostro, y apenas caminó un par de pasos antes de que su mirada se fijara en la mujer parada en la entrada del restaurante. Su cabello negro, largo y brillante, le recordó instantáneamente a su amada Catalina.
Por un breve momento, su corazón dio un vuelco, pero la ilusión se desvaneció tan rápido como apareció. Se dio cuenta de inmediato de que, aparte de ese rasgo superficial, esta mujer y su esposa no tendrían absolutamente nada más en común.
Las facciones afiladas de la mujer, su postura imponente y la mirada fría en sus ojos azules dejaban claro que ella pertenecía a un mundo muy diferente al de la dulzura y calidez de Catalina.
—¿Isabel? —dijo Francesco, llamando la atención de la chica con una voz que mezclaba sorpresa y una certeza inesperada.
Ella se giró, sus ojos azules fijos en él. —¿Cómo sabes? —preguntó, una mezcla de asombro y desconfianza en su tono.
Francesco sonrió, una sonrisa genuina que apenas as