De alguna manera, Aurora estaba atada de pies y manos. Se encontraba en una situación muy complicada: si revelaba el secreto que conocía, ese que insinuaba que Catalina podría tener algo que esconder, se vería obligada a explicar su propia relación con Tobías Praga a la familia Vannucci.

Y eso, precisamente, era lo que no quería hacer bajo ninguna circunstancia. Confesar su vínculo con Tobías significaría desenterrar un pasado que había intentado mantener oculto, exponer sus propias manipulaciones y, posiblemente, poner en riesgo su posición actual dentro de la familia.

Estaba claro que tenía información, pero decirla implicaba un costo personal demasiado alto, un dilema que la dejaba en un punto muerto.

—Solo debemos esperar. El tiempo dirá la verdad sobre todo esto —respondió Aurora, con una media sonrisa en los labios, antes de irse corriendo con una agilidad sorprendente, desapareciendo entre la multitud de invitados.

Dejó a Catalina y a Lucía con más preguntas que respuestas, y u