Capítulo 93. Montaña rusa de emociones.
Catalina no sabía exactamente qué hacer o decir en ese momento. Las palabras se le atascaban en la garganta, inútiles ante la magnitud de lo que estaba presenciando.
No podía imaginar, ni por un instante, la montaña rusa de emociones que Francesco y su familia debían estar experimentando.
Ver a un hombre idéntico a Giovanni, a quien habían llorado y despedido, a quien creían muerto y sepultado por la brutalidad de la mafia, de pie y respirando, era algo que trascendía la lógica y la comprensión.
Era como si un fantasma se hubiera materializado, trayendo consigo no solo el recuerdo del pasado, sino la perturbadora incertidumbre de un presente que se desmoronaba.
La incredulidad, el dolor de la pérdida revivido y la aterradora posibilidad de un engaño, todo se mezclaba en un torbellino que la dejaba sin voz, sin saber cómo consolar a su esposo ante una realidad tan desgarradora y confusa.
Francesco se aferró con desesperación al cuerpo de Catalina, buscando en su abrazo un ancla en medi