Capítulo 62. El amor a veces es un caos.
A pesar de la inesperada tranquilidad que siguió a su acalorada discusión con Tobías, una sensación de inquietud se apoderó de Catalina. El silencio pesaba, estaba cargado de una tensión latente, más intensa de lo que cabría esperar tras una resolución pacífica.
Cada día que pasaba sin más confrontación solo aumentaba su sospecha: una persistente sensación de que la tormenta no había pasado realmente, sino que simplemente se había retirado para reunir fuerzas.
Se sentía constantemente al límite, con los sentidos agudizados, escaneando su entorno en busca de cualquier indicio de un nuevo conflicto. Los rostros de quienes la rodeaban parecían ocultar significados, y sus comentarios casuales estaban cargados de posibles dobles sentidos.
El sueño ofrecía poco respiro; a menudo, en sus sueños se repetía la discusión con Tobías, cada vez con un giro más oscuro y ominoso.
Esta calma imprevista se había convertido en un tipo diferente de tormento, un juego de espera psicológico que mantenía l