Os voy a contar como me encontré en medio de dos bandas rivales, dos mafias enemigas desde siempre, dirigidas por dos hombres fríos y crueles, uno de ellos mi padre; organizó mi asesinato. El otro es Marcus Moretti, mi marido , el hombre que se casó conmigo y me engañó y al día siguiente de nuestra boda me lo contó todo y me dejó con el corazón destrozado. No podía hacer otra cosa más que simular un suicidio y largarme lejos de ellos dos. Lejos de las drogas, de los asesinatos y del hombre dueño de mi corazón. Mía Carusso dejará de existir esta noche. Tal vez debería haberme ido más lejos porque no sé en que momento, meses después nos encontramos cara a cara y el dolor y la venganza vuelven a encontrarme . La única diferencia es que ahora Marcus no piensa volver a perderme de vista. No tengo escapatoria.
Leer másLa que iba a ser la mejor noche de mi vida; mi noche de bodas, se convierte en un infierno.
Recibo demasiada información. Ahora me doy cuenta de que era completamente ignorante y ajena a todo. No tenía ni idea de que mi familia dirigía una de las mayores mafias, solo superada por la de mi nuevo marido.
Acaba de confesarme todo, con todo lujo de detalles porque no le importo lo más mínimo, lo único que le interesa es humillar a mi familia.
- Se que no tienes culpa de nada, Ángel - odio ese apelativo que me puso - pero en mi mundo no hay lugar para el amor - no siente pena ni remordimiento aunque me esté rompiendo el corazón justo en este momento.
Para el coche frente a la casa de mi padre, alguien le ha informado de lo que ha ocurrido. Su hija pequeña se ha casado a escondidas con su mayor enemigo.
- Entra ahí y cuéntales que a partir de mañana eres mía - susurra acariciandome la mejilla.
Jamás seré suya. No después de lo que me está obligando a hacer. Mi padre no lo permitirá.
- No soy de nadie - digo cerrando la puerta del coche.
Camino rápido. Traspaso la verja que da a los jardines, llenos de flores y pájaros que cantan y yo solo puedo pensar en cómo mi vida se hunde poco a poco. El anillo de mi dedo pesa toneladas y aún así, me sorprendió tocandolo y haciendo lo girar.
- Dime que no es verdad - mi hermano corre hasta mi. Me agarra del brazo y tira para meterme en la casa - dime que es una broma, por favor.
Supongo que al final, no sólo será el peor día de mi vida, también será el de mi familia.
- Cálmate, no es para tanto - miento - solo nos hemos casado.
Frena en seco y me mira con odio. ¿Qué he hecho yo? Me enamoré y me casé y después de nuestra noche de bodas me cuenta que todo ha sido un engaño para hacer daño a mi familia ¿cómo pueden pensar que ellos están peor que yo?
- ¿Qué no es para tanto? ¿¡Qué no es para tanto!? ¿En qué estabas pensando?
- No soy ninguna niña, tengo 25 años y de todos modos vosotros tenéis que darme explicaciones también ¿no crees? - levanto el dedo acusándolo - ¿mafia? ¿En serio Paul?
No se digna a contestar ¿para qué? La realidad ha venido golpeando fuerte, tragandome en el abismo de drogas y asesinatos. Me es imposible asimilar todo lo que está ocurriendo. Camino detrás de mi hermano por inercia hasta la puerta del despacho de mi padre. Respiro profundo y entro.
- ¿ Esto es cierto? - levanta una fotografía vestida de novia. Estoy agarrada del brazo de Marcus con la sonrisa más radiante que he visto jamás, él también sonríe, pero sólo es una pose, nada era cierto.
- Si, padre.
- Sabías que había decidido que te casaras con uno de mi inversores rusos y aún así te has casado con este hombre, mi enemigo, a mi espalda ¿Estoy en lo cierto?
Desde el principio dejé muy claro que no iba a casarme con ningún hombre que no conociera solo porque mi padre lo decidiera, pero al parecer, no tenía opción.
- ¿Por inversor quieres decir mafioso como tu? - acuso cruzándome de brazos.
Mi padre se levanta despacio de su silla de cuero, demasiado despacio. Rodea su escritorio y se acerca a mi con la mirada fría como el hielo. Nunca le había visto así, frío y letal.
Levanta la mano y la estrella contra mi cara. No es una bofetada como las que he visto en las películas, esta es brutal y me tira hacia un lado hasta que termino tumbada sobre mi hombro. Jamás me había pegado. Jamás me había intimidado de esta forma. No reconozco a mi padre ni a mi hermano que mira con la misma frialdad. Me toco el labio, al mirar mis dedos los veo teñidos de rojo.
- ¿Sabes? La vida de la mafia no es como te imaginas, cariño - camina a mi alrededor con una falsa cara amigable. Solo quiero que se aleje. Este hombre no lo reconozco- lo más importante no es la familia, es que el resto de tus enemigos no te vean débil, y tu, niña estúpida, acabas de hacer justamente eso.
Tiemblo sobre mi misma. No puedo controlar el temblor que controla mis manos. La imagen de Marcus viene a mi cabeza. Feliz por todo lo que está ocurriendo, feliz por poner a mi familia en esta situación.
Antes de que pueda reaccionar mi padre se ha agachado a mi lado, de su cinturilla ha sacado un cuchillo que, sin dudar ni un solo segundo para por mi brazo, a la altura de la muñeca y me hace un Corte.
- Esto te recordará lo que no debes hacer.
- Padre... - susurro agarrandome el brazo - ¿por qué?
Limpia el cuchillo sobre la manga de su camisa mientras se aleja.
- Vete a tu habitación hasta que decida que hago contigo.
Nadie me ayuda a levantarme ni a curarme la herida. Poco a poco me voy poniendo de pie. Las piernas me tiemblan, y un sudor frío mesclandose con la sangre aparece en mis dedos. Me Alejo hacia la puerta lanzando una mirada acusadora a mi hermano. Esta es mi familia, falsa y rota.
Salgo al pasillo, pero cuando empiezo a subir las escaleras para ir a mi habitación, vuelvo sobre mis pasos para escuchar a través de la puerta entre abierta cual va a ser el veredicto de mi padre.
- Padre ¿ En que está pensando? - pregunta mi hermano.
Hay un tensó silencio que me pone de los nervios.
- Hijo, mañana a primera hora ejecutaremos a tu hermana - mi corazón se ralentiza hasta dejar de latir durante un segundo - no podemos ofender a los Rusos, pero si podemos compensarles por no darles la boda que querían.
- ¿Está seguro, padre?
No hay contestación. Mi padre, el hombre que me crió y cuido desde que mi madre murió ha ordenado que me maten por casarme con un hombre, un hombre que pertenece a la mafia y que ha buscado que esto ocurra porque tampoco siente nada hacia mi.
Subo despacio a mi habitación. Tengo muy claro lo que voy a hacer. No me han dejado otra opción. No quiero estar en medio de un juego de locos, no quiero seguir perteneciendo a una familia a la que no le importa nadie, ni una sola voz suplicó por mi vida. Saco papel y bolígrafo y comienzo a escribir la carta que dejaré a mi padre.
La releo un par de veces antes de doblarla y dejarla sobre el escritorio. Voy hacia la Caja fuerte que hay escondida en una de las paredes de mi habitación, justo detrás de una foto en la que sale mi madre. Esta llena de fajos de billetes, cojo unos cuantos, un bolso viejo que nunca uso, pero que es bastante grande, lo suficiente como para meter unos zapatos y una muda limpia.
Salgo al pasillo mirando a ambos lados, cuando creo que no hay nadie, avanzo hacia las escaleras. La mansión siempre está llena de hombres vigilando, pero supongo que hoy tienen cosas más importantes que hacer. Cojo las llaves de mi coche y salgo corriendo. Tengo que irme de aquí y mientras antes lo haga mejor.
Arranco procurando no hacer ruido, pero mi mini no es demasiado silencioso aunque sí increíblemente bonito.
Conduzco desde Verona hasta Venecia. Solo he parado una vez para repostar. Llego bien entrada la noche ¿se habrán dado cuenta de que no estoy? ¿ estarán buscándome? ¿Me habrá llamado Marcus? He intentado ser fuerte todo el rato, no pararme a pensar en lo que ha ocurrido y en lo que estoy a punto de hacer, porque si me paro a pensarlo, la presión en mi pecho casi no me deja respirar y un grito ahogado se escapa de mi garganta. Tengo que colocar las manos sobre mi boca para no hacer ruido, las lágrimas caen sin control, pero esta es la única salida, no hay otra forma. Me quito un zapato y lo dejo tirado en el coche, justo después me quito la camiseta llena de sangre de la herida del brazo que me hizo mi padre y la tiro al mar.
Arranco el coche, meto primera y rápidamente, segunda. Escucho el latido de mi corazón en los oídos, meto tercera y antes de que el coche caiga y se hunda en las profundidades, salto.
Si la suerte esta de mi lado creerán que me he suicidado, tal y como he puesto en la carta dirigida a mi padre, y él y mi marido no volverán a molestarme jamás.
Recojo mi pelo en un moño, ser pelirroja siempre ha llamado la atención de muchas personas y eso es lo último que quiero en este momento, así que sacó del bolso los zapatos y me los pongo, una camiseta limpia y una peluca castaña y me alejo de mi vieja vida para siempre.
Y este fue el último día de mi vida. Así es como entre dos hombres pertenecientes a las mafias, decidieron que mi vida no era importante.
Desde que Marcus se fue todo me cuesta muchísimo.Levantarme de la cama y asearme para seguir con mi día a día se ha convertido en todo un reto, pero no quiero causar más problemas.Todos en el castillo son muy simpáticos conmigo, demasiado como para que me sienta cómoda, hasta Killian ha empezado a mirarme con pena, así que llevo unos días esquivándolos a todos.Paso mucho tiempo en el bosque, justo en el claro donde Marcus me sorprendió con el picnic y donde decidí comenzar a confiar en él.Llevo tantos días llorando a escondidas que ya he perdido la cuenta, creo que hace cuatro o cinco semanas que se fue, o tal vez hace mas, no estoy muy segura. Pero en el fondo de mi corazón entiendo que se alejara de mi, al fin y al cabo soy la mujer que decidió ponerse delante de dos balas
MíaEscucho una voz a lo lejos, demasiado lejano como para comprender lo que dice. Quiero abrir los ojos y despertarme, pero los párpados me pesan demasiado. Despego los labios para hablar, pero mis cuerdas vocales tampoco quieren trabajar.No se que ocurre, pero a medida que pasan los minutos consigo aclarar la mente. Marcus toca mi mano y me habla. Despacio consigo abrir los ojos. No logro enfocar del todo, pero sus manos acarician mi cara.- Por fin has despertado. Estaba muerto de miedo - Admite.Para que diga que él tenía miedo he debido estar grave. Siento una punzada de culpabilidad por haberme puesto en peligro. En realidad no me dió tiempo a pensar demasiado, simplemente actué.- ¿Mi hermano está bien? - Pregunto entrelazando mis dedos con los suyos.Asiente conteniendo la rabia. No ha debido ser fácil para él, y eso le da mucho más valor.
MarcusSujeto mi camisa fuertemente contra el estómago de Mía. Hace un rato que ha perdido el conocimiento, pero aún respira. Eso es buena señal.Paul aparca en la zona de las ambulancias y salta del coche para pedir ayuda mientras yo salgo con mi mujer en brazos. Los celadores traen una camilla y justo a su lado un médico y varias enfermeras.Corren por lo pasillos para poder comenzar a atenderla. Yo los sigo sin soltar su mano. Esta no va a ser la última vez que la voy a ver. Estoy seguro. Nuestra historia no puede terminar aquí.Empujan dos grandes puertas.- No puede pasar, señor - Una de las enfermeras me corta el paso.Levante el dedo señalando el jodido cartel que hay pegado a la puerta "Acceso restringido"La miro con ganas de matarla. ¿Quien cojones se ha creído que es para prohibirme nada?- Gracias - Dice Paul -
MíaTal vez podría haber hecho más por él para que no terminara siendo un títere de mi padre, tal vez si no hubiera estado tan pendiente de lo que quería, si hubiera prestado más atención a todo, este final sería distinto.Mi hermano camina hacia mi con furia, respira rápido y su pecho sube y baja sin control. Me agarra de la rebeca y me acerca a él de forma violenta.- Paul... - Susurro sufriendo al verlo tan mal - ¿qué te ha hecho? - las lágrimas caer por mis mejillas.Su dolor es mi dolor, no podría ser de otra forma, es mi hermano.- Deja de intentar que cambie de idea - gruñe por lo bajo pegando los labios a mi oído - hoy vas a morir.Me quito las lágrimas con rabia. Voy a morir ¡BIEN! vale, lo acepto. Ha llegado mi hora. Si tengo que ser sincera hace tiempo que llegó, cuando mi padre decidió que no valía la pena que mi corazón siguiera la
MíaMarcus coloca sobre mis manos un montón de fichas, cada una vale mil euros. Lo miro como si le hubieran salido verrugas en la cara. Es muchísimo dinero como para tirarlo jugando a un juego que no entiendo.- Es demasiado dinero - Intento dejar las fichas sobre sus manos pero no me deja.- Ya no es dinero, son fichas y hay que usarlas.Arrugo las cejas.- Pero lo voy a perder.Sonríe con indulgencia. Le divierte que me importe el dinero. No se lo que tiene, no tengo ni idea de la cantidad exacta ni aproximada, pero sé que tiene que ser muchísimo.- Si tengo que dar todo mi dinero para verte sonreír lo daría agradecido - Se acerca hasta que sus labios tocan los míos.Creo que jamás me cansaré del sabor de sus labios, de su tacto o de su ternura. Estamos hechos el uno para el otro, no se vivir lejos de él, ya no.
MíaAcabo de terminar mi turno en el hospital, pero no me siento capaz de volver junto a Marcus como si nada hubiera pasado, así que esta noche cubriré el turno de una compañera. Espero poder pensar un poco. Aclararme.Intento recordar en que momento mi padre pudo llegar a odiarme tanto como lo hace, quiero decir, solo porque te cases con alguien que te cae mal un padre no decide matar a su hija. Supongo que siempre ha sido una bestia a la que no le importábamos ni Paul ni yo realmente.- Mía ¿seguro que no te importa cubrirme? - Pregunta mi compañera con la esperanza de que no me arrepienta.Levanto la mano quitándole importancia.- Claro que no, ve a casa con tu hijo, yo te cubro hoy.La noche va pasando lentamente y por desgracia para mi, más tranquila de lo que me gustaría.Estoy en la habitación donde descansamos hasta que hay un
Último capítulo